martes, 30 de diciembre de 2008

Chau 2008

Te voy a extrañar. A tu inicio no tenía mayor expectativa, otro año más, siendo feliz o al menos tratando y avanzando aunque sea sin saber muy bien hacia donde (*). Todo iba bien hasta que se puso mejor.

No sé qué vino primero, ni cómo sucedieron las cosas, el asunto es que había conocido un nuevo grupo de gente y estaba haciendo muchas cosas que tenía postergadas, la vida se sentía mejor que nunca. Creo que el detonante fue la gente nueva, gente especial que trajo aire nuevo y que de alguna manera me ayudo a reencontrarme, a nivelarme y me generó un entusiasmo y energía tal que no me permitían disminuir la marcha. No te cuento todo lo que hice y logré en tus días, ya lo sabes, eso me gusta de ustedes, que de antemano saben lo que nos traerán, finalmente dependerá de nuestras decisiones o de cuanto esfuerzo le pongamos, pero me gusta que lleguen con algunas pautas y que seamos nosotros los que adelantemos o atrasemos los acontecimientos, con nuestros temores o bravuras.

Gracias 2008, me dejas mucho. Ahora veamos lo que los demás quieran decirte, habrá quienes como yo piensen que has sido un año especial y habrá quienes quieran arrancar con ansias tu última hoja o lanzarte completito por la ventana.

Con tu hermano, el que viene, me daré una conversadita en privado, aquí solo le digo: Bienvenido 2009!!! Agárrate, que allá voy!


Consejos para el Verano 2009 ☼ ツ



(*) Esto es tema para otro post y aquí lo registro ante iEVELTdecopi.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Manifiesto AntiNavidad (que quedó en mero intento)

Algunos de los párrafos aquí contenidos provienen de parte de los 43 comentarios que dejé hace exactamente un año en el blog El Club de lo Insólito cuando se trató el tema ¿Cómo saber si he recibido un milagro? No creo repetirme a mí mismo hoy ni que esto sea un refrito puesto que el contexto es otro: en aquella ocasión el tema central fueron los eventos ‘sobrenaturales’ y hoy es el significado de la Navidad. Ignoro hasta que punto el tema pueda resultar interesante para alguno de ustedes (sé al menos de antemano que habrá quien ponga su cara de puñete porque le aburre lo que hablo y escribo – se agradece su honestidad), pero, si es así, recomiendo una rápida lectura a los argumentos usados en aquella ocasión en el post y enlace mencionados.

Ofrezco mis excusas porque a mitad de post me voy por las ramas en una digresión propia mía y me detengo a analizar el origen de mi ateísmo.

Hace un mes – exactamente el viernes anterior a la celebración de Acción de Gracias en la última semana de noviembre - la subdirectora de mi escuela me preguntaba (nuevamente, pues ya es el segundo año seguido) que haría por Thanksgiving… segundos antes de retractarse ella misma, sonreir medio avergonzada y recapitular ‘Es verdad que tú no celebras, J… pero fíjate que más que un día religioso es un pretexto para comer mucho’.

La profesora de educación física me invitó a pasar ese día con ella y su esposo cuando supo que en aquella fecha yo andaría en casa viendo tele o navegando en el internet. ‘J…, mis hijos ya están grandes y no es una jornada para que estés solo. Además, no le damos ningún significado sagrado, solo comemos y vemos películas’. Insistió en que tome nota de su número telefónico, pero yo ya sabía de antemano que no llamaría a nadie en aquella semana de vacaciones (además, mis dos roommates se fueron de vacaciones a México y me dejaron más Solano que el que juega en Grecia ahora).

Ambas (la subdirectora y la maestra) saben perfectamente – ahora – que, además de la fecha mencionada, mi mayor actitud antifiestas es a la Navidad y a todo lo que ella significa realmente.

Lo más irónico es darme cuenta que en mis últimos años he visto expresiones por todos lados que me dejan un mensaje grande: yo le doy mayor significado a las fechas sagradas que muchos de los mismos creyentes… o, en todo caso, soy mucho más consecuente con mis creencias (al menos las que son realmente profundas y personales) que quienes profesan una fe. No voy a empezar con la clásica y consabida crítica hacia la gente que no presta especial interés a la venida del ‘Mesías’ para preocuparse más bien por los regalitos, el arbolito y los adornos porque no me causa interés en lo que se fije otra gente acerca de una fecha que no me interesa a mí.
(Parentesis: Esta espectacular parodia de Seth MacFarlane, creador de Family Guy, muestra a Jesus burlandose de Visnu - segunda deidad de la trimurti hindu y conservador de la creacion - porque 'parece que cada casa en America - osea EE.UU. - tiene adornos para celebrar MI cumpleanhos... donde estan los adornos para celebrar TU cumpleanhos? Quizas en India?... No?' Ya se imaginaran que se desato una 'Guerra Santa' en Youtube - donde, logicamente, participe hace algunos dias - puesto que muchos sintieron que se insultaba a Jesus, otros que se hacia burla del hinduismo y, en general, se dieron muchas lecturas al video. Cual es la mia? Simple: el cristianismo es una de las religiones con mas parafernalia que la aleja de su sentido espiritual original)




Cuando me senté frente a la computadora pensé que este sería un verdadero manifiesto y que podría explicar ampliamente en un corto post el por qué de mi – más que indiferencia a estas fechas – ateismo como generador y factor principal en este tema. Reconozco que fui un soberbio conmigo mismo y con ustedes al creer que eso sería posible sin un debate. ¿Cómo resumir en poco párrafos los motivos de mi paso de niño y púber católico a adolescente agnóstico para terminar siendo un adulto ateo? (y ojo que autoproclamarse ateo en un país tan cristiano y conservador como al que me vine a vivir es tan subversivo como quemar una bandera estadounidense en una reunión de republicanos).

(Nota mental: No quiero ni puedo caer en contradicciones al afirmar alegremente que fui un niño católico puesto que estoy ampliamente de acuerdo con Richard Dawkins, quien en su genial obra The God Delusion señala que es absolutamente incorrecto referirse a los niños como 'un niño cristiano' o 'una niña musulmana' o 'un niño hinduista'. ¡ERROR! Se debe decir 'un niño de padres cristianos' o 'una niña de padres musulmanes', etc. porque precisamente a tierna edad ellos no saben discriminar las razones por las cuales aceptan una fe. Seria una rocaza tan grande como llamar a un infante 'un niño republicano', 'un niño demócrata' o entre nosotros 'un niño aprista'.

Lo que ocurre es que la gran mayoría de seres humanos en el Perú son 'hijos de padres cristianos' que luego se 'gradúan' de 'hombres cristianos').

Yo soy uno de aquellos pocos ‘graduados’ que se alejó de su ‘alma mater’ entonces. ¿Cómo empezó todo? Supongo que siendo un temprano y fanático lector de la mitología griega (seguida posteriormente por la romana, hindú, egipcia, escandinava y finlandesa). Creo que preguntándole a mi madre ‘¿Dios se ofenderá porque estoy leyendo sobre dioses de otras partes?’… a lo que tengo que agradecerle completamente el hecho que siempre me haya puesto en claro que la cultura es un atributo humano y no una falta.

Pregunta inicial que me hice de niño: ¿Por qué nosotros tenemos la razón sobre Dios y ellos no? Recuerdo perfectamente el día que aprendí que había protestantes en el mundo (mi mundo era Lima), específicamente mormones (el cine Varela se había transformado en una iglesia de los seguidores de Joseph Smith Jr.), y el horror que sentí al saber que había ‘gente rara’ que creía en Jesús pero no en la Virgen ni en los Santos (bueno, recuerden que siempre estudié en el cole Salesiano de Breña). ¿Qué les pasa?

Siguiente pregunta: ¿Por qué tanta gente está equivocada sobre Dios y no creen lo que creemos nosotros? ¿Por qué hay musulmanes, budistas, hinduistas, taoístas, confucionistas, judíos, cristianos protestantes (testigos de Jehová, mormones, pentecostales, presbiterianos, metodistas, anglicanos, etc.) repartidos en el mundo?

La última interrogante se cayó de madura: ¿No seremos nosotros quienes estemos equivocados?, que finalmente degeneró en ¿No será que todas las religiones están erradas precisamente porque fallan en la misma premisa, es decir la existencia de Dios?

Y las preguntas no dejaron de tocar la puerta: ¿Hay un solo Dios? ¿Hay acaso un Dios? ¿Por qué aceptamos lo que dice el Papa en materia de fe? ¿Por qué en la Biblia los hebreos representan a las divinidades de los pueblos vecinos – Babilonia, Persia - como demonios? (ver las primeras escenas de El exorcista, durante la excavación en Irak, y verán a lo que me refiero). ¿Qué habría pasado si es que Enrique VIII hubiese obtenido su divorcio de la reina Catalina (hija de los Reyes Católicos de España) del Papa Clemente VII, tal cual era su deseo y no se hubiese autoproclamado nueva cabeza de la Iglesia en Inglaterra? ¿Quizás habrían llegado a territorios norteamericanos más católicos y menos protestantes? ¿Qué habría pasado si es que hace 500 años nuestras regiones no hubiesen sido conquistadas y evangelizadas por españoles y portugueses, sino, por ejemplo, por árabes seguidores de Mahoma? ¿Qué credo estaríamos defendiendo hoy?

Dejo allí este punto – pienso volver a la hora de los comentarios - para volcarme otra vez a la Navidad.

Conozco muchos ateos y agnósticos que celebran la Navidad, pero yo no los celebro a ellos. Mejor dicho, no tienen mi respeto. Son personas que están exactamente en el mismo nivel de los creyentes que compiten para ver quien tiene su casa mejor arreglada o quien hace el mejor regalo. Se llenan la boca diciendo que, aunque no crean en Dios, hay que rescatar lo mejor de estas fechas: amor, paz y estar con la familia y los seres queridos… o sea un mamarracho de ideales falsos. ¿Por qué? ¡Hipócritas! ¡Esos deseos de bienestar deben perdurar todo el año! No soy enemigo de dedicar un día al amor en especial (porque alguien puede salir a decirme, con razón, que según el mismo criterio no debería haber día de la madre o del padre puesto que hay que amarlos todo el año) pero sí que sea la única oportunidad - para millares de gentes – en que se comparta un abrazo o se piense en los que tienen menos.

Repito, es simplemente cuestión de ser consecuente con lo que uno cree de manera más firme. No voy a celebrar el cumpleaños de Jesús, pues aunque considero que fue un ser humano extraordinario con un poder de liderazgo remarcable, una oratoria fundamental, un sentido de la moral y la ética prodigiosos, un hombre admirable desde todo punto de vista y alguien que amó demasiado a sus semejantes (especialmente a los más pequeños, a los enfermos y a los desvalidos), sé que fue uno más y que de divino no tuvo nada (a no ser que usemos la palabra de manera muy coloquial).

Y es que hubo otros como él, solo que en latitudes, tiempos y contextos distintos. ¿Nombres? Sidharta Gautama (el Buda), Confucio, Mahoma, Zoroastro, etc. Al igual que Jesús, ellos llegaron con un espectacular discurso que tuvo sentido para sus seguidores.

Por eso no doy regalos ni los recibo en Navidad. Porque trato de no ser hipócrita.

Esa es mi razón y no es absoluta ni universal. Es mi verdad y, como buen relativista, sé lo arriesgado que es usar esa palabra. Espero que compartan también la suya si fueran tan amables. ¿Qué significa esta fecha para ustedes?

J

Sé que salió muy denso. Prometo videos en pocas horas. Yo mismo necesito hacer algo light right now para abandonar este dolor de cabeza y de espaldas… pero el apasionamiento y la satisfacción de poder escribir sobre este tema es algo que nadie me lo quita.



martes, 23 de diciembre de 2008

¿Era Rodolfo un reno?


No sé porqué me gusta la Navidad, a pesar de tener bien desarro- llado mi Grinch interior, que surge desde más o menos octubre cuando empiezo a ver toda la parafernalia navideña -¿En octubre?? Habrase visto! – y comienza el cautivante desfile de vitrinas todas adornadas de rojo y verde cada cual más impresionante entusiasmándonos con su mejor espíritu comercial.

Cuando era niña, no se le daba tanta importancia a las vitrinas, los juguetes que teníamos no eran tan elaborados como los de ahora y por supuesto la variedad no era la misma, las opciones que teníamos eran pocas en comparación de las actuales, no nos entusiasmaba Papá Noel porque sabíamos que no existía, sabíamos que nuestros padres eran los que nos daban los presentes de acuerdo a sus posibilidades. Aún con todo yo sí creía que algún día Papá Noel aparecería por mi casa (no había chimenea) pero se las ingeniaría para entrar por algún lado y me daría a mí, solo a mí, la dicha de verlo en persona y alucinaba, en los días previos, que me llevaría en su trineo a ayudarlo a repartir regalos por todo el mundo y - como en las películas – me regresaba a casa sin que mis padres se dieran cuenta.

En esta época en que el poderío comercial abunda, los niños no saben de otra cosa sino pedir quiero tal y cual, por ejemplo mi hijo al que adoro, luego de su cumpleaños en octubre ya sabe qué quiere de regalo de navidad, o sea ninguna magia, nada de sorpresa, claro la única sorpresa es que yo le haya comprado lo que él pidió, eso no tiene mucho de emocionante. Emocionante fue la navidad cuando tenía 10 u 11 años, esa sí que fue emocionante; acababan de salir al mercado los muñecos chicho bello, bueno yo quería uno de esos y juraba y rejuraba que me darían uno de regalo, en esa época vivíamos en Cuajone y estábamos a más de mil kilómetros de nuestra familia, entonces nos reuníamos entre varias familias y se celebraba en una casa diferente cada año y éramos una horda de chiquillos histéricos gritando y vociferando por toda la casa mientras los padres abrían el apetito con unos traguitos, a las doce de la noche nos llamaban a todos (se supone nos despertaban) para abrir los regalos, primero le tocó a la hija de un amigo de mi papá, ella recibió su famoso muñeco le sacaba el chupón y lloraba, yo esperaba emocionada a que llegara mi turno. Primero fue mi hermano, a él le llegó un trencito a pilas que daba vueltas sobre sus rieles, entonces mientras la emoción se apoderaba de mí, mis ojos brillaban con el brillo del deseo concedido, mi sonrisa parecía imposible de ser borrada de mi rostro al abrir mi regalo, que emoción me dije, rompí el papel con furia y la sonrisa se me cayó de un solo chispazo, no era el anhelado muñeco, era sólo un muñeco de peluche que al darle vuelta emitía un chillido, volteé hacia mi papá con el rostro lleno de lágrimas, tiré el muñeco al piso delante de todas las personas y le dije ¡yo no quería eso! ¡Malo no quería eso! Mi padre solo atinó a castigarme y enojarse conmigo y enmendar su "error" el año siguiente. Hoy después de tantos años que han pasado, hubiera querido que mi padre sí fuera Papá Noel, pero también hubiera querido poder entender lo que significo para el que yo lo mirara con tremenda desilusión y decepción, hubiera querido entender también que hay muchos niños que no tienen un techo más que las estrellas, que no tienen más que llevarse a la boca que un pan duro de días pasados, que no tienen más cama que un cartón frío y a veces húmedo. Entender que la felicidad no se encuentra en el regalo más grande, más vistoso, más opulento sino en cosas más simples, más sencillas, menos aparentes y más duraderas, como un gesto amable, un abrazo sincero, una caricia a tiempo. Hoy aprecio más eso que todo el dinero del mundo, y he logrado entender a estas alturas de mi vida que no es necesario ser el centro del universo y que todos me vean, es más importante serlo aunque no todos lo puedan apreciar.
Por la nostalgia, las alegrías, las tristezas, las cosas buenas, las no tan buenas, por la locura de las compras, el desenfreno de la temporada, por tantas cosas me encanta la temporada navideña (ahí mi grinch interior hace una pausa y se toma un valium), más que por lo que me den de regalos, por lo que yo puedo dar; me encanta regalar, no cosas valiosas materialmente sino cosas que dejen una, quizá pequeñísima, pero imborrable huellita en cada quien a quien aprecio. Deberíamos hacer una navidad cada mes, cada semana o cada día, sin las imposiciones comerciales ni el puritanismo religioso que envuelve estas fechas, sino los afectos sinceros y las ganas de dar. Vamos, anímensen a mostrarse tal cual son, a darse tal cual son, a que los quieran sin caretas, sin máscaras, sin maquillaje (menos yo porque estoy muy blanca), decídanse a dar aunque no reciban mucho a cambio, les aseguro que se siente mejor y es más beneficioso. Yo les quiero y aprecio a todos y cada uno, aún a los que aún no he visto sus caras pero sí he podido leer sus mensajes, así como nos conocimos de la manera más extraña mostrando nuestras carencias, nuestros bajos instintos, nuestras manías, frustraciones, rarezas, pues así somos y nos apreciamos, dejemos que nos aprecie el mundo, con fallas, rasguños, remiendos, porque así somos y que bueno que así seamos.

Queridos atormentados a los que creen y a los que no creen en la Navidad solo les deseo lo mejor y les agradezco porque seguimos aquí y porque somos una fabulosa freak comunity y porque llegamos en el momento oportuno y nos conocimos en el tiempo justo.

Grandes besos y felicidad a borbotones.

martes, 16 de diciembre de 2008

Borrador II

Me siento a tomar un café con la esperanza de tener un momento para pensar sin mayores distracciones... Algo me está pasando pues yo no suelo pensar, es una actividad bastante peligrosa y de consecuencias casi casi desastrosas... Sin embargo, aquí estoy con mi capuchino en una mano (la derecha) y mi lapicero en la otra (la izquierda) y ocurre lo inevitable: pienso...

¿Y en qué pienso? Pienso en la manera como se acelera mi ritmo cardíaco cuando evoco al Contacto, objeto de mis obsesiones, pienso si la intensidad con la que menciono su nombre casi todas las noches le provoca, a la distancia, alguna sensación, como si supiera que en algún lugar su presencia es tremendamente necesaria... Necesaria para mí...

Pienso que a mis 23 años, la ausencia total de ciertas actividades ha influido bastante en mi manera de ser y pienso que quizás esa ausencia tarde o temprano me jugará una mala pasada y mi faceta de desaforada domine la escena llevándome al desenfreno total y de pronto se me ocurre que eso no estaría del todo mal... Reacciono, veo mi taza de café casi vacía y caigo en cuenta que el liquido ya está surtiendo su conocido efecto en mis hormonas...

Pienso en la canción que ha captado mi atención en estos días, la letra grafica muy bien mi situación y me pregunto si alguna vez tendré el valor suficiente para, bebida en mano, perder mi discreción y hacer lo que dice el coro...

Pienso en EVELT y en cómo se convirtió, en poco tiempo, en parte esencial de mi rutina... unos ocho meses de conocer la existencia del blog, siete de dejar mi primer comentario y cinco de conocer a algunos miembros. Todo un récord para mí, ya que suelo ser reacia a conocer gente nueva; en realidad soy reacia a casi todo tipo de cambio y ese era un cambio medio radical, esta vez tuve suerte y me tocó caer en un grupo interesante... Curiosamente solo tres personas saben de mi participación en tan chévere asunto y creo que así permanecerá...

Pienso, otra vez, en el Contacto, hace nueve años que nos conocemos y, en todo ese tiempo, nunca hubo algún indicio de que le interesara algo más que una amistad (una buena amistad) conmigo... Eso ya está con etiqueta de "imposible" y la idea no me anima (¿Ven lo jodido q es pensar?)... Pienso en que tan mala idea puede ser sincerarme con el Contacto y decirle que es protagonista de la mayoría de mis alborotos...

Pienso en la actitud que tengo de justificarle todo a todos, es una debilidad que tengo y que suele irritarme en ocasiones porque termino cediendo en cosas con las que no estoy de acuerdo; así me resulta difícil decir que no y eso ya me ha traído problemas, pero no le veo solución inmediata... Y, en ese camino, he llegado a justificar cosas en mí que antes parecían irrealizables y luego de realizadas, irrepetibles, vuelvo a caer en lo mismo y vivo en permanente paranoia y con un sentimiento de culpa tremendo... ¡VEN LO JODIDO QUE ES PENSAR!

Saco conclusiones de ciertas cosas que hacen que me dé cuenta de que necesito algunos cambios y aparte de no gustarme pensar, no me gusta cambiar... ¿Es que necesitaré un psicoanálisis?

viernes, 12 de diciembre de 2008

título tentativo

es que no hay título aún.
bueno, para ser más específica no hay post aún.

resulta que estas son las semanas de los finales del mal. ya solitas ellas son terribles, pero ahora decidieron problematizarme aún más el asunto: esperaron que organice bien mi tiempo.

como yo soy de esas personas que esperan y esperan y esperan y hacen y hacen y hacen, pero cualquier otra cosa menos lo que deberían estar haciendo (mi manía tiene el número 47), resulta que a pesar de tener un tiempito más, no tengo tiempo.

semana particular del mal.
está llena de desesperación, pero una muy "tranquila", que no llega a manifestarse del todo.
una desesperación que salta sobre sí misma, mostrándose, molesta, como un dedo que llama tu atención piqueteándote la espalda...

como ella:


vuelvo en un rato, cuando acabe con el mito de la educación y las señoras ahorristas.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Lilith

"Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer." Génesis 1, 27.

Pocos me conocen; de los que saben de mí, me niegan o mlilithe caracterizan de un modo burdo y absurdo. Todo porque, sin necesidad de manzanas, fui capaz de ser libre y pensante; características que Yahvhé puso en mí y en mi compañero, pero que al poco tiempo se arrepintió, todo por el engreimiento de Adán. La historia comienza el día 6 de la creación, exactamente el viernes 28 de octubre del 4004 a.C.

Mis primeros minutos de vida fueron algo confusos. Observaba todo, olía, tocaba, escuchaba. No sabía quien era, qué hacía ahí. Caminé unos pasos y me crucé con Adán. Claro que tampoco sabía quién era él, pero fue quien más me llamó la atención de todo eso que me rodeaba. Él también me observaba fijamente. Pasamos unos minutos así, hasta que una voz nos sacó del letargo. Era Yahvhé y nos presentó. Él Adán, yo Lilith, y nuestra misión principal sería poblar el mundo. Huelga decir que lo inundamos de preguntas: ¿Quién era él? ¿Quién éramos nosotros? ¿Por qué sintiéndonos iguales nos veíamos con diferencias? ¿Qué es eso de poblar el mundo? ¿Qué es el mundo? ¿Qué es todo esto que nos rodea? En fin, fueron tantas que al final poco nos aclaró y lo único que conseguimos fue agotarlo más. Nos contó que en los últimos días estuvo creando el universo, el mundo, las criaturas, las plantas, a Adán, a mí, en fin, todo; y, por supuesto, quedó exhausto, así que al día siguiente descansaría y que no lo molestáramos. Le iba a preguntar qué era eso de los días, pero se me adelantó y me respondió. Tranquila Lilith, no necesitas preguntarme todo, muchas cosas las aprenderás por ti misma. Eso me dejó algo tranquila y, además, la presencia de Adán me perturbaba, y la mía a él.

Empezamos a caminar sin decir palabra alguna, mirábamos alrededor pero siempre nuestras miradas terminaban cruzándose. No sé qué fue, pero me empecé a reír como loca. Él solo me observaba algo extrañado y yo no podía dejar las carcajadas, sentía una felicidad infinita. Seguía en mi asunto hasta que Adán me toma de la cintura y me empieza a besar. Sentí su piel tan cálida que todo se me nubló, me echa sobre el pasto, me queda observando, y no necesito ser explícita para que sepan lo que continúa.

Los días pasaron así. Caminando, riendo, comiendo, poniéndole nombres a los animales y plantas (actividad que me encantaba), hasta que el ritual se repetía: me tomaba de la cintura, me besaba, me echaba, subía sobre mí y llegaba el mejor momento del día.

Un día, para darle una sorpresa y demostrarle lo mucho que me gustaba ese juego, decidí ser yo quien tomara la iniciativa y, mientras decía a eso lo llamaremos armadillo, lo cogí por la cintura y lo empecé a besar. Su reacción, muy por el contrario de lo que yo creía y esperaba, fue de rechazo. Le molestó no ser él quien empieza. Incluso se sintió atacado. Traté de explicarle mi intención, pero nada. Y fue mi primer día triste en este mundo.

Por suerte al día siguiente la molestia había pasado, y seguimos como en los día anteriores. Al cuarto día, me provocó ser quien estuviera arriba; por un lado, siempre es bueno variar, pensé; y por otro, quería ver y sentir desde la posición de Adán. Se lo propuse. Me rechazó por segunda vez. No entendía bien que pasaba. Sus razones me parecían sin sentido. Soy el macho y el macho siempre va arriba, soy el macho y es el que guía, el que elige, el que decide. Le explique que no éramos como las demás criaturas, que Yahvhé nos había dado entendimiento, decisión, libertad y... Y no pude acabar, se retiró enfurecido dejándome con la palabra en la boca. Llamé a Yahvhé a gritos para explicarle lo sucedido, para que hable con Adán, para que resuelva esto. Tonta yo que no me percaté que él todo lo ve, todo lo oye, todo lo sabe, que ya sabía lo que pasaba, que permitía que eso pase. Me escuchó pacientemente, hasta que se pronunció.

Tranquilízate Lilith, compréndelo, en él confío el destino del mundo, está un poco aturdido con tan grande empresa, solo es eso, y tú con tus requerimientos no haces más que complicarle las cosas, anda, discúlpate con él, dile que lo sientes, que no volverá a suceder, pero que recuerde que tú también quieres algunas cosas, que no se olvide de eso, y que lo agregue a los juegos, pero no lo presiones más. Soy tan igual que él, nos has creado a tu imagen y semejanza, ambos venimos del barro, por qué tengo que actuar a su voluntad. Lilith eres caprichosa, no lo escuchas y pides que te escuche. Sí lo he escuchado y sus razones no me parecen válidas. Pero eres mujer, no lo olvides, él es varón. Somos hombre, tú nos creaste así, varón y mujer para multiplicarnos, no para que uno sojuzgue al otro. Te pareces a esos ángeles caídos que todo lo cuestionan, anda donde Adán, reconoce que te has equivocado y no cuestiones ni a tu dios ni a tu hombre. ¿Para eso me das entendimiento, inteligencia, libertad?, ¿para obedecer ciegamente? Aprende de Adán que tiene lo mismo que tú y sabe como comportarse. Por eso mismo, porque tiene lo mismo que yo, es que quiero que ambos decidamos, que ambos seamos unidad, no que uno esté siempre sobre el otro. En mal momento se me ocurrió darles esos dones de los que ahora te sientes orgullosa tener. Si te arrepientes es tu problema, yo no puedo soportarlos más, me voy de aquí, lejos de Adán, lejos de ti, para que no me traten como un títere. Si sales de El Edén serás castigada. ¿Qué peor castigo puedo tener que vivir bajo el mando de un hombre que no es capaz de hacer uso de la inteligencia que le fue dada? No conoces de mi furia, ya muchos la padecen y vagan sufriendo lejos de este paraíso. Pues me voy con ellos...

Y me fui con ellos, junto al Mar Rojo, donde -si bien conocí el sufrimiento y la furia de Yahvhé- soy feliz. Con una existencia a veces miserable, pero feliz, porque decido por mí, porque soy realmente libre.

De Adán, solo sé que murió como 900 años después de este episodio, que le consiguieron una hembra a su medida a partir de una costilla. Que tuvieron descendencia. Que esa raza hoy puebla el mundo. Que el mundo, transcurridos 6012 años, es lo más triste que hay.

J^P

viernes, 5 de diciembre de 2008

Busco Libro

¿En qué momento de tu vida decides que te gusta más estar solo en tu cuarto leyendo un libro en vez de quedarte sentado toda la tarde frente al televisor? Cuando era niño nadie me obligó a coger un libro y mientras mis compañeros se entretenían contando los capítulos de los dibujos animados del día anterior yo me aburría buscando a alguien que leyera tanto como yo. En quinto de primaria me prestaba en la biblioteca del colegio los libros de tres en tres. Echado en mi cama si me cansaba de leer uno cogía el otro y así sucesivamente hasta terminarlos. De esta manera devoré la colección completa de unos libros de tapa naranja pero a cambio recibí una reprimenda de la secretaria de la biblioteca cuándo descubrió mi particular forma de leer. Siempre pensé que esa tipa tenía cara de amargada.

Luego pasaron por mis manos los libros de tapa verde de la colección de "Grandes Aventuras" de Oveja Negra, aunque no todos capturaron mi atención (lo siento Julio Verne, no me caes bien). En secundaria cogí los clásicos: “Cien años de soledad” (“Apártense vacas que la vida es corta”) , “La casa de Bernarda Alba” (“El lupanar lo dejo para alguna mujer ya difunta”), “Un mundo para Julius” (“No hay nada peor que un serrano digno”) y la colección de cuentos de “La palabra del mudo” a la cual podría dedicarle el post entero.

De niño también era aficionado a ver películas de terror y siempre me había quedado la espina de saber porque las mejores películas siempre estaban basadas en historias de Stephen King. La intriga aumentó cuando me prestaron “El Resplandor” que me tuvo noches en vela pensando en la desgracia del pobre Jack Torrance. Para mayor trauma era una edición traducida al alemán. Por eso cuando comencé a trabajar, pude disponer de mi propio dinero y comprar cualquier libro que veía de este autor. Uno tras otro fueron ocupando el lugar de honor en mi estante. Y así como encontré verdaderas joyas (“Salem’s Lot”, “Desperation”,"Dolores Clairborne"."Night Shift" ) también me tropecé con lamentables decepciones (“Insomnia”, ”Dreamcatcher”, “The Regulators”). Pero en mi ranking el primer lugar lo ocupa un libro que me capturó desde la primera hasta la última página: “It” (“Eso”)

Esta pesadilla de 1500 páginas es la obra maestra de Stephen King y no creo que pueda escribir un libro mejor. "It" es la historia de un pueblo maldito, Derry, dónde habita una entidad que cada 25 años despierta de su letargo para atacar despiadadamente a los niños enfrentándolo con sus temores más profundos. La maestria de la historia radica en que no es narrada en forma lineal sino que haciendo uso del recurso del flashback parte de las narraciones de cada uno de los protagonistas ya adultos para desarrollar la historia y llegar al clásico enfrentamiento del bien contra el mal. No puedo encontrar las palabras adecuadas para describir lo genial que es la parte final de libro pero si puedo decir que digno de un maestro del suspenso como Stephen King.

Este libro, el mejor de mi biblioteca y el que nunca prestaría, fue dedicado hace diez años por E. Me imagino que usó tinta indeleble porque la rúbrica se lee tan nítida como si la hubiera escrito ayer. Tal vez un poco de goma en barra sea suficiente para desaparecer el único recuerdo físico que guardo de ella (Aparte del oso que canta cuando le aprietas la garrita, el Agumon, el reloj, etc. ¡Damn! Parece que aún tengo varios). Si no, recordaré lo que dice el Jaguar en "La ciudad y los perros": Presta una gillete y verás, no se notará nada. Si se pudiera hacer lo mismo con los recuerdos la vida sería ideal.

martes, 2 de diciembre de 2008

Un día más

Empieza pusilánime. Como pidiendo permiso, temerosamente. Se desliza como una serpiente con el veneno goteando de los colmillos, dispuesta a atacar. Con su naturaleza viperina se aproxima lentamente. Aunque sin zigzaguear, va llegando a su destino. Es su función, su naturaleza. Cada mañana ataca en toda dirección y a cada segundo, consiguiendo una víctima nueva. Nueva y conocida, pues cada mañana todas las víctimas vuelven a caer, cíclicamente. Es como algo mecánico que nunca debe cambiar. Como si el ente solipsista que determina su existencia gozara infinitamente en ese sufrimiento. Sin embargo, esa mañana no fue igual, no para X. Cuando lo alcanzó el rayo de luz a través de las persianas de la habitación, pobremente amoblada y - sólo por eso - extremadamente ordenada, y lo despertó. Lo primero que vino a su mente es que el caos es síntoma de libertad. Vio su habitación e hizo un rápido repaso a sus últimos años y a sus actividades diarias y se sintió más muerto que nunca. Sus ojos se sintieron especialmente cansados, milenariamente cansados…Como si supiera que algo iba a pasar…


No quiero pensar mil veces las mismas cosas, ni contemplarlas sabiamente… Quiero que me trates, suavementeEs curioso que suene esa canción justo esta noche, pensó X. Justo hoy. Recogía sus cosas mientras miraba desde uno de los pisos más altos al vacío. A la nada. A esas luces de colores –principalmente rojos, blancos y verdes – que la noche agitaba. Esposos adúlteros. Violadores en potencia. Ladrones. Coimeros. Lo peor de la sociedad se movía con esas luces. Y le gustaba sentirse encima de ellos. Disfrutaba sentirse sobre ellos, aunque sea instantes. Era un ritual… Sólo que hoy es diferente, pensó.

Apagó el interruptor, volteando en ese instante a ver el otro extremo de la oficina. Las luces de los fluorescentes caían como fichas de dominó, dejando lentamente todo oscuro, lujuriosamente oscuro…como después de recibir el rayo de luz. Y ahí tomó la decisión. Sin más…sin ir a otro lado. Se dio cuenta que lo quería y que sería ahí mismo…Se dio cuenta que no podría ser de otra forma, que era lo que había sentido diferente esa mañana, cuando el rayo de luz se coló por las persianas con su hálito asesino…

Oscuro. Deliciosamente oscuro. Las pupilas, dilatadas hasta el dolor, se esfuerzan vanamente. Innecesariamente. Lo disfruta, lo quiere, lo desea, lo necesita más que la vida misma o el aire que, aún, respira… En ese instante no recuerda exactamente cómo llegó a ese punto. En ese instante trata -angustiado- de recordar algo, de acariciar algo con la mente… Y es por esa misma angustia, no se da cuenta que ve un destello. Último. Imperceptible aún si hubiera estado atento. Quedan las pupilas. Vacías como siempre… sólo que ahora está clínicamente muerto…

Pasan dos días. Suenan las doce de la noche. El resto del mundo sigue con su vida. Celebran Navidad. Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, se saludan, afectuosamente algunos, hipócritamente… casi todos. Y, definitivamente, nadie extraña a X… Es como si nunca hubiera pasado por acá, como si no hubiera nacido de un vientre… Al menos hasta después de las vacaciones navideñas en que, por un par de días, será noticia. Y luego, todo regresará a la normalidad y X seguirá muerto como siempre, seguirá en el olvido… Mientras tanto, todos los días, ese rayo de luz cobrará a todas sus mismas víctimas y de vez en cuando elegirá una, sólo una para un despertar final...

lunes, 1 de diciembre de 2008

Un pie en Lima y otro en Melmac

Inclinó el vaso hacia sí y restregó lo que quedaba de su suspiro.

“Tráeme la cuenta, please”, pide indiferente, sin dejar de golpetear el suelo frenéticamente con su talón derecho. Saca su celular del bolsillo, lo abre y observa por unos instantes, busca en la libreta de direcciones e intempestivamente presiona cancelar dos veces, lo cierra, lo coloca sobre la mesa y se queda mirándolo amenazante, apoyando los codos, con los dedos entrelazados y la pierna nerviosa.

Mira su reloj, 6:25, y el teléfono empieza a vibrar al ritmo de “Take on me”. Su corazón da un vuelco y en segundo y medio siente una estampida de agujitas al rojo recorrer su cuerpo sitemáticamente, comenzando en un punto en su frente y abriéndose hacia abajo y adentro, pasando detrás de sus ojos y cerrándose hacia su nuca, volviéndose a abrir en sus hombros hacia la cara interna de sus brazos y un punto de su cérvix y punzando como tatuadora desbocada sus muslos y el reverso de sus rodillas.

La pierna para en seco. Con una rapidez ofídica, toma el celular y lo acerca hacia sí de una pieza, con el pulgar izquierdo
expectante sobre el botón verde y el resto de la mano sujetándolo firmemente, como si con sus vibraciones tratase de liberarse, gimiendo suplicante que se habría ido en un día o dos.

“Qué, ¿no vas a contestar?”

Levanta la mirada y, no sin algo de esfuerzo, enfoca un rostro sonriente que identifica de inmediato como la responsable de su sobrepeso. Le devuelve la sonrisa.

“¿Ah?”

La dueña del local, todavía sonriendo deja la bandeja con el recibo y regresa detrás del mostrador meneando la cabeza. No se dio cuenta de a qué hora se tranquilizó el celular, pero en todo caso, agradecía estar de vuelta en esa mesita de individuales verdes, en el mundo de verdad. Se incorpora lentamente y saca de su billetera rosa de amapolas un billete de S/.10, lo coloca en la bandeja y junto con su taza y la cuchara la coloca sobre el mostrador. Se despide, acomoda su silla, toma el vaso vacío y lo deposita en un basurerito verde diminuto a la entrada del local, al lado
de una maceta con una palmerita alegrona.

Cruza las rejas verdes a un piso de losetas rojas muy gastadas y camina en línea recta hacia la vereda. Siente una briza fría juguetear con sus pestañas y se hace consciente del ruido de la avenida abarrotada, como si siempre hubiese estado así. A través de los vidrios de una 21 alcanza a ver una ligera bruma sobre el parque Reducto. Algunos autos ya tienen las luces prendidas. Pone un pie sobre la pista e inmediatamente siente el tibio vaho del aliento de los motores, bramando cadenciosamente. Un Bugs Bunny disfrazado de beisbolista, mostrándole un escorpión en el índice, le pide que no envidie su progreso.

Ya del otro lado de la avenida y al pasillo de la segunda fila de una lata de sardinas, a la que sintió haber sido metida a la fuerza, sólo tenía mente para él. Para su afilada nariz y sus cejas chistosas, para sus venitas al trasluz de la p
iel de sus manos y sus ojos de libro abierto que le decían siempre sí, ¡pero nunca cuándo!

Por el momento sólo debería conformarse con ver su nombre en el menú de llamadas perdidas de su celular. De su celular…


“¡¡Mi celular!!”

martes, 25 de noviembre de 2008

Busco Equipo 2.0 (El clásico)

-1-
De niño recuerdo pocas ocasiones en las que viví la emoción de observar un partido de futbol. Mi padre nunca demostró interés por enseñarme a jugarlo y tampoco me contó si fue hincha de algún equipo. Mi madre siempre se declaró ferviente antagonista de este deporte y contaba orgullosa cómo en sus años mozos ganaba las apuestas que hacía en contra de la selección. Esto no impidió que en el colegio me enterara de la existencia del famoso deporte rey, que se jugaba un campeonato llamado “Descentralizado” y si quería formar parte de la patota tenía que gritar “Y dale U” con toda la fuerza de mis asmáticos pulmones.

De mi periodo de hincha de la "U" puedo evocar con genuina alegría sucesos como el gol de Rossi a Cristal después de un pique desde la media cancha, el combo de Nunes a Kopriva en un clásico y la celebración del campeonato nacional con dos tipos vestidos de quinceañeras en la tribuna norte. Sin embargo ahora que escribo este post no puedo identificar en qué momento dejó de interesarme el fútbol. Quizá fueron los desastrosos resultados de la selección, la pobre actuación de los equipos nacionales en los campeonatos latinoamericanos (excepción: El Cienciano y su upa upa upapá) y el burdo protagonismo de los futbolistas en eventos fuera de la cancha. Es redundante decir que mi relación con este deporte en los últimos años ha sido muy endeble.

Cuando llegaron a mis manos dos entradas para el Alianza–San Martín mi primer pensamiento fue “¿A quién se las regalo?”. Contra todo pronóstico decidí usarlas para variar la rutina dominguera y aumentar mi lista de “¿Qué de nuevo hice este año?”. Parecía buena idea hasta que llegué al Estadio Nacional y me sentí tan perdido como niño de cinco años en el centro comercial Megaplaza. No sabía por dónde entrar, menos que la policía iba a revisar el contenido de mi cangurito y lo peor de todo dónde estaba el asiento que me correspondía. Cuando por fin pude sentarme se apareció un fulano conminándome a que probara la canchita que vendía. Por más que puse mi sonrisa patentada de Dalai Lama se negó a retirarse hasta que me vio masticando desganadamente la canchita más pequeña que pude coger.

Creo que ya es momento de agregar que fui con L al estadio. Pensé que sería una buena oportunidad para conocernos mejor en un ambiente informal y sin convencionalismos. Sin embargo después de esta invitación me queda claro que cuando salgo con ella me siento como Han Solo congelado en carbonita. No me permite abrirle la puerta, pagar la cuenta y menos acompañarla a su casa. Es más, ni siquiera dejó que le invite unas habitas de a sol. (Y eso que las estaban rematando a tres por 2 soles). La situación empeoró cuando desesperado por el aburrimiento aproveché el gol de San Martín para soltar la tensión acumulada y gritarlo en su cara. La emoción me hizo olvidar que L es hincha de Alianza y tiene conocimientos básicos de karate.

No entiendo como a la gente le puede gustar un deporte tan aburrido como el futbol peruano. No entiendo como los barristas pueden estar durante hora y media saltando y cantando por una victoria que nunca llegará. Tampoco entiendo por qué diablos se me ocurrió invitar a L sabiendo que con otra persona lo hubiera pasado mucho mejor. Pero como a mi otro yo le encanta tener todas las respuestas ahora puede deducir que después de tres partidos, mejor dicho citas, estoy condenado al descenso en su torneo clausura. Sin quererlo tengo una razón más para detestar el fútbol peruano. Eso sí, lo gritado nadie me lo quita.
-2-

Acabo de venir del clásico "U-Alianza". ¿Como llegué? En taxi. ¿Cómo salí? En taxi. Cómo decidí ir? Luego de una larga discusión entre mis otros yo (el ansioso, el guerrero, el superprecavido y el-que-todo-le-llega) llegamos a la facilista conclusión de ir al partido, ganarme con el pase, gritar como un boludo al mismo equipo de la mancha que tuviera al costado y quitarme con las mismas antes que termine.

Si en el Nacional me sentí como niño en Megaplaza, pues en Matute me sentí como pavo antes de Acción de Gracias (sí, ya sé que Thanksgiving es una celebración norteamericana pero quería darle un toque foráneo a mi post, ja ja ja). El típico consejo de "actúa-como-si-no-pasa-nada" se me olvidó apenas se me acercó un tío pidiendo colaboración para la barra . Obvio que un "No hay, cholo" bastó para que se retire y busque otro incauto que caiga en ese cuento.

Apenas me senté quedé impávido ante el espectáculo de las barras rivales. Esa cantidad de gente sólo la había visto antes en la procesión del Señor de los Milagros. No era sólo el entonar de los cánticos, la aparición de banderas gigantescas y el agitar de polos al mismo ritmo. Era presenciar un grupo de gente actúando como si fueran una sola persona (o mejor dicho un Leviatán incontenible). Basta decir que del partido miré muy poco. He estado 45 minutos presenciando la barra y todo lo que ocurría en su interior.

Esta vez no voy a agregar si fui con alguién. En algún resquicio de mi mente se me ocurrió decirle a V, pero a ella sólo la hubiera llevado a Matute si fuera dueño de una tanqueta. V es una chica muy linda, fashion y merece un post en el blog de mi mente. En ningún resquicio apareció la idea de invitar a L. Al menos después del fiasco del Nacional es impensable ir con ella a ningún lado. En quién si pensé fue en dC. Ella es guerrera, relajada y es de esas personas que han desarrollado un séptimo sentido para alejarse de todo aquello que signifique peligro.

Ahora estoy escuchando "Wherever you will go" por enésima vez. Una canción que por alguna razón inexplicable e inaplicable me recuerda a F. Treinta minutos en una cabina bastaron para escribir este post, sin revisión y sin anestesia. Creo que estoy mejorando. Es más este post se lo dedicaría a F quién siempre me hizo notar que debería escribir relajado y sin pensar en ese artículo de Beto Ortiz con diez recomendaciones acerca de como escribir maldito. No es la única recomendación que me dió pero para el post basta y sobra.

lunes, 24 de noviembre de 2008

ya?

ahora si??... vidaaaa!!

viernes, 21 de noviembre de 2008

¿Canta? ¿Obrajillo? Aquisito no má...



El siguiente es un fiel testimonio de lo que la frase "Aquisito no má" significa y los errores a los que te puede inducir, tanto de cálculo, como de expectativas, lo que se iba a convertir en un paseo para escapar de Lima y su panza de burro se convirtió en un trajinado viaje, donde el reposo y la paz que buscábamos encontrar nunca se hicieron presentes, pero al menos quedó una bonita anécdota.


Ayer, y luego de tener una pequeña pero productiva discusión acerca de los viajes largos y los peligros de las carreteras peruanas, y con las bolsas llenas de sanguchitos y fruta para el camino, enrumbamos hacia Obrajillo en mi vocho setentero, recientemente reparado (hace una semana le fallaba un cilindro y me botaba gasolina). Yo había estado antes en Santa Rosa de Quives, pero nunca había llegado a Canta, así que la meta era esa y además llegar a Obrajillo. Conocía que la salida era al final de la Túpac Amaru, y lo primero que pensé al llegar al final del limeñisimo Km. 22 fue "por dios, que fea esta la pista...seguro que mas alla se mejora"...craso error, creo que nunca se mejoró hasta cinco kilómetros antes de llegar a Canta. Me extrañó, porque yo recuerdo una pista tranquila y suave, ¿o será que cuando fui a Quives fue en una cuatro por cuatro y no en un vocho guerrero? de repente...prosigo, al entrar al Kilómetro 23 de la dichosa vía, no tenía la mas remota idea de a que distancia se encontraba Canta, solo recuerdo que me dijeron una vez "de acá de Quives, unos 30 minutos mas arribita...", claro que se olvidaron del pequeño detalle de 30 minutos en que carrito, a que velocidad, etc., etc., etc. Pero yo subí confiado en esa ancestral referencia. Después de casi media hora de viaje, cruzamos un letrero que decía "bienvenidos a Santa Rosa de Quives", "vaya-pensé-mas cerca de lo que recordaba", ese fue el segundo de una larga lista de supuestos erróneos para ese día. A mi lado, mi enamorada observaba el paisaje pues para ella si era la primera vez que salía por esta ruta. Al cabo de un trecho se nos hizo obligatoria la primera parada para satisfacer necesidades fisiológicas. Baño en un restaurante y la pregunta de rigor "dígame maestro, falta mucho para Canta?", "na'...te faltaran unos treinta kilómetros"... "gracias!"...(nota de autor: el restaurante estaba en el Km 38). Seguimos subiendo y llegamos a una bifurcación; una ramificación, la de la izquierda, iba hacia abajo y la otra seguía subiendo. Siguiendo la lógica de que íbamos en subida tomamos el desvío derecho y llegamos... ¡al lindo santuario de Santa Rosa! (pero sin salida a Canta), así que dimos la vuelta en U y regresamos dispuestos a tomar el camino correcto. En el giro un niño se nos acerca a ofrecernos chicha de jora "no gracias, estoy manejando, cuanto para canta?"..."ah...te faltan 39 km..." (¿qué?, ¿no era en el restaurante, diez kilómetros más atrás, que me faltaban treinta?) y seguíamos subiendo. Luego de Quives y de pasar su nuevo country club, una especie de "El Bosque" para Lima Norte (se veía bonito de lejos), entramos a una parte de la carretera donde el paisaje se pone agreste, tanto así que me deprimió un poco y como se alargo mucho, pensé por un momento en dar la vuelta. Si no fuera porque mi copiloto me decía que teníamos que llegar a Obrajillo porque esa era la meta, fácil que daba la media vuelta. A estas alturas ya íbamos como hora y media en la carretera y de Canta...ni el letrero, no se asusten, si iba hora y media era porque el vocho subía a 55 Km/h pero bajando a 25 en cada curva (las que habían cada 200 metros). Atravesamos un caserío, Km 75, “señor, cuánto falta para Canta?”… “media hora joven”… “Gracias”…y seguimos subiendo. A la altura del Km 94, un paisaje arcádico nos llama la atención: pasto, rocas y el río corriendo al lado de la carretera “y si nos detenemos acá”… “no negrita, mejor nos detenemos en el próximo poblado, fácil que es Canta”… seguimos subiendo. Hemos entrado en la zona de badenes, tremendas depresiones en la carretera, ¡y de subida encima!, en verdad no pensé que iba a tener estas complicaciones en la carretera, pasamos, uno, dos, tres, sin problemas… viene el cuarto…tremendo hueco, el vocho lo baja, lo empieza a subir…se me planta en la subida. “¡La cagada! ¡Nos jodimos! ¡Ahora nos quedamos atorados acá!”... arranco el vocho…no me responde…checo la gasolina, todo bien, me sobra más de lo que pensaba, me pregunto por el aceite, nada, los retenes fueron cambiados recién, la bajada del motor fue la semana pasada, no puede ser eso. Vuelvo a intentar…no responde, “¡carajos!, ¡no puede pasarme esto aquí!”…. bombeo…arranco…enciende….piso el acelerador a fondo…en primera sin soltar el embrague…enciende…suelto el freno de mano, aprovecho el primer impulso para salir disparado del badén…la hice…segunda…el carro comienza a cascabelear… “¡carajo!...no te plantes de nuevo…” bajo las revoluciones, regreso a primera, sube tranquilo…poco a poco voy tomando nuevamente impulso…pruebo segunda, no me reclama, avanza más tranquilo. Seguimos subiendo. Quiero llegar a tercera, pero la subida cada vez es más empinada, ni hablar, sigamos en segunda. “cuando lleguemos al próximo poblado damos la vuelta para regresar al paisaje arcádico y empujarnos los sanguchitos, ¿ya?”. Llegamos al próximo poblado, Km 101, “Bienvenidos a Canta” reza el letrero. “¡Lo hicimos negra! ¡lo hicimos!...¡lo hiciste vocho!...te has ganao mi respeto”. Entramos al pueblo por la avenida principal y cinco cuadras más arriba giramos hacia la izquierda para buscar ruta a Obrajillo. Sobre la pared en una esquina una flecha amarilla con bordes rojos indica “A Obrajillo”, la seguimos. Mas adelante nos espera una bajada inmensa, una vía de un solo carril prácticamente, afirmada pero maltratada, pareciera que por ahí se baja en burro nada más. Nos miramos y el silencio lo dice todo “¿Y si no sube de vuelta?”, la bajada es empinada, por lo que el temor de quedarnos abajo luego es perfectamente entendible “A la mierda, el que no arriesga no gana” y diciendo esto enrumbamos hacia Obrajillo. No deben ser más de dos kilómetros, pero cada metro que avanzamos hacia abajo, mi mente se pregunta si lo podré regresar. Trato de no hacerme mucha palta, pero el susto del badén ha sido demasiado. Mi negra me tranquiliza, todo va a estar bien, y yo le hago caso. Llegamos a Obrajillo, acabando la pista esta la plaza, al lado un pub que se ve bien bohemio, en las noches deben armarse buenas bombas acá. Estacionamos en la plaza, “vamos a dar una vuelta”…”¿ya estás más tranquilo?”…”todavía, voy a tranquilizarme luego de conocer la zona”…”esta bien, vamos”… caminando por los parajes encontramos un lado al costado del río, salvo por el bajo chichero de la música del fondo es lo que andábamos buscando. Nos sentamos a comer y pegamos una buena jateadita. Me despierto a la media hora, “negra, regresemos ya, no quiero que nos agarre la noche en la carretera y …me cago de miedo en la subida”… nos miramos, avanzamos, ya es hora de partir de regreso. Nos sentamos en el vocho, lo prendo. Comienzo la subida, mi temor está presente pero debo seguir adelante. Entramos a la trocha…el vocho sube normal, sin problemas, me preocupa un pequeño badén a mitad del camino, pero cuando llegamos a él lo atravesamos sin problemas. Llegamos arriba, Canta nos recibe y nos saluda de paso, ya tenemos que regresar a Lima, no es bueno subestimar una ruta nueva, además caigo en la cuenta que no hay postes en la vía, así que de noche no quiero estar por acá. Nada, seguimos andando, la bajada es mucho mas sencilla, mi copiloto se ha quedado dormida, no la fastidio, atravieso el badén que casi me juega la mala pasada en la subida, pero la bajada ayuda y lo pasamos casi sin sentirlo. Mitad de camino, kilómetro 58, llegamos a un poblado y nos detenemos a pedirnos un plato de trucha frita, no nos hubiéramos perdonado el regresar a Lima sin probarla. Seguimos bajando. Ya estamos despiertos los dos, y un improvisado canto de jarana nos ayuda a sobrellevar los últimos veinte kilómetros de la vía. Estamos en Lima casi a las 6 de la tarde, el sol ya viene cayendo. El trayecto se hizo sin contratiempos. A la casa de mi negrita.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Mea Culpa (reloaded)

Lo acabo de mencionar en mi último par de comentarios en el texto de Juez y Parte: mi semana ha estado sumamente ocupada (no diré ‘al mango’ porque hasta ahora no entiendo el significado de la frase) y con problemas de conexiones de Internet en la casa. Anoche tuve que subir una historia a Peru4teens para mi blog El Lado Oscuro de la Luna y solo escribí la tercera parte de ella. Estuve tentado a hacer una invocación pública para ver si alguien intercambiaba sus fechas conmigo, pero luego pensé que sería injusto avisar a último minuto. Por tales motivos, simplemente le doy una revisada al texto que colgué el 20 de mayo del presente en mi blog Rostros Sociales y lo suelto en la plaza mayor: El Vaso en la Tormenta. Lamento hacer esto, quizás alguien ya lo leyó antes (y si no, dense una vuelta por RS). Prometo meter fotos y videos al rato.

Por eso y muchas cosas más, ¡vamos a Las Cucardas esta Navidad!

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Antes que se vengan las sonrisas a ciertas caras y seudoargumentos a detractores, debo aclarar que el título no tiene nada que ver en absoluto con el poco fino verbo 'mear' (definido por la Real Academia Española como 'orinar', que a su vez significa 'expeler naturalmente la orina'). Me refiero a la frase en latín que es parte del Confiteor ('Yo confieso') para referirse a 'por mi culpa'. El texto original es el siguiente:

Confíteor Deo omnipoténti et vobis, fratres,
quia peccávi nimis
cogitatióne, verbo, ópere, et omissióne:
mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.
Ideo precor beátam Maríam semper Vírginem,
omnes Angelos et Sanctos,
et vos, fratres, oráre pro me
ad Dóminum Deum nostrum.

¿Nos estamos poniendo religiosos? Ni mucho menos, pero me vino hoy a la mente un episodio entre vergonzoso/gozoso mientras mis niños y yo visitábamos la biblioteca de la escuela para disfrutar de nuestro anual Book Fair o Feria del Libro. Aquel recuerdo fue sobre una experiencia que hace muchos años me abrió mas los ojos al fascinante mundo de la mente infantil y me dejo en claro lo peligrosas que son las ideas preconcebidas y los prejuicios. Por eso, decidí sentarme a reseñar algunos de estos episodios con los enanos que me han ayudado a cimentar un poco más mi carrera de educador (mucho mejor que cualquier curso o clase).

A riesgo de ser aburrido, esta entrada está dedicada otra vez para el mundo laboral más maravilloso del universo.
  • Era el 2003 y faltaban pocas semanas para que se acabe mi primer año escolar en los Estados Unidos. En mi debut, enseñé cuarto grado a un grupo muy simpático de chicos - cuando pienso que esos mismos son hoy muchachos de 16 me siento bien tío - en la escuela Lee Britain desde agosto del 2002 hasta mayo del 2003. Durante cierta época, llego la semana de la Feria del Libro, en la que ellos podían traer dinero de sus casas para comprarse textos, lápices, sellos o pósters de la biblioteca de Britain, así que muchos me pidieron permiso para irse de shopping. Habrá sido el día miércoles o jueves en que se me acerca Brenda R con lagrimas en los ojos porque se le habían perdido dos dólares y solo le quedaba un billete de cinco. La verdad es que la regañé (pero no muy intensamente) porque estaba claro que no había sabido cuidar su dinero. Le repetí lo que siempre decía: 'No dejes plata en tu escritorio porque alguien más se la puede agarrar', pero ella estaba con la cabeza baja escuchándome muy compungida. Recuerdo que le di los dos dólares y le susurre: 'Te presto el dinero que te falta pero me lo tienes que devolver después, ¿ok?' y ella me asintió con la cabeza. Cuando volvieron ella y otros compañeros de la biblioteca, les pregunté el recurrente 'A ver, muéstrenme lo que han comprado' y ellos entusiasmados sacaron sus adquisiciones de sus bolsas. Brenda esperó hasta el ultimo, se me acercó, saco su bolsa y me enseñó lápices con diseños bonitos y un juego de sellos multicolores. Además, saco un libro de Wishbone (el perrito blanco soñador de la tele), que estaba en el grupo de productos de un dólar (más impuestos) y me lo entrego tímidamente diciendo: 'Mr. Carpio, esto es para Ud., pero no se preocupe que aun así le pagaré sus dos dólares'. Se me hizo un nudo en la garganta y la abrace respondiéndole: 'Es un hermoso regalo, muñeca. No sé de que dólares me estás hablando pero no quiero oir nada de que le estas dando dinero a tu maestro... ¡gracias!'.

¡Brenda había estado llorando no por el valor de los dos dólares desaparecidos sino porque ya no me podría comprar el regalo que venia planeando desde su hogar!

  • Hace aproximadamente un año (seria marzo del 2007), todos los alumnos del cuarto grado estaban tomando los exámenes del TAKS (test del estado de Texas que mide las habilidades académicas año tras año). Las reglas con respecto a dichas pruebas rayan prácticamente con lo ridículo para garantizar su 'confidencialidad' y por eso es que ese día los niños no podían tener contacto con nadie más ni recibir visitas de los padres para que coman con ellos. Los llevé a la cafetería para que agarren sus bolsas de almuerzo y, en un momento en que me distraje, Brian G empezó un cuchicheo con su mamá (quien trabaja en la cafetería de nuestra escuela J O Davis) antes que ella le entregue su bolsa, la cual era distinta a las otras. Me puse, digámoslo vulgarmente, muy saltón porque me estaba arriesgando a mí frente a mis administradores ya que siempre se puede dar una sospecha de que el alumno le este preguntando al adulto algo relacionado al examen (el test toma cinco horas... una presión inmerecida para chicos de primaria). Le llame la atención a la progenitora por contravenir las normas del día de TAKS y durante el camino de regreso al salón me encargué de hacerle repetir a Brian si no sabía que con eso podía meter en problemas a todo el salón. Él, por supuesto, me aseguró - bastante cabizbajo - que sí y que por favor lo disculpe. Cuando llegamos al aula, Brian levantó la mano y me pidió permiso para acercarse a decirme algo. Muy seriamente le dije que sí y sacó de su bolsa un pedazo enorme de pastel de tres leches: 'El fin de semana fue el cumpleaños de mi hermanito y mi mama preparo tres leches y le guardo porque quería mandarle un poco, Mr. Carpio'. Esa fue otra vez que me sentí como un miserable.

- Lo siento mucho, Brian. No sé que te puedo decir, pero voy a llamar a tu mami esta misma tarde para expresarle mi gratitud. Muchas gracias...

  • Regresando al año 2002 (primera mitad del período escolar con mi primer grupo), pienso en aquella vez en que recibí un examen de uno de mis alumnos con muy baja calificación y firmado supuestamente por la mamá. Ahora bien, esa firma era un garabato muy básico hecho con lápiz, así que me apresuré en decirle a Antonio H: 'Esto lo has firmado tú'. 'No, Mr. Carpio, no es cierto'. 'Es imposible que esta sea la letra de un adulto y, además, por qué esta con lápiz?' 'Es que no había plumas en mi casa'. Hoy me siento mal de pensar en ello, pero por favor, ojalá nadie me crucifique porque estoy seguro que cualquiera que lea en estos instantes el blog y viese la hoja habría estado de acuerdo conmigo. Después de mucho discutir, le pedí su número de teléfono y le advertí que se quedaría sin recreo por un par de días por mentirme. Al llamar a la casa me contesto la mamá, y esta me respondió de la manera mas avergonzada:
  • - Sí, Mr. Carpio, yo se lo firmé apenas llegué y le regañé fuertemente porque le dije que él tiene que estudiar mucho y hacerle mucho caso a Ud. en todo lo que diga para que sea alguien en la vida... pues como ya se habrá dado cuenta... yo no sé escribir...


Estas son tres historias reales. Son momentos que recuerdo siempre muy despierto y que me hicieron ver desde el instante en que pasaron que el mundo no gira alrededor de mí. La situación en la que yo crecí no es la misma en la que crecieron y están creciendo mis niños... y sus hermanos... y sus padres. Por eso hablaba de vergüenza y de gozo puesto que aprendí de a pocos a no hacer caso a los estereotipos y a NUNCA JAMÁS emitir un juicio de valor sin conocer la situación completa.


Y esto es algo que no se aprende en ninguna universidad.


J

(Actualizado el miercoles 19 de noviembre del 2008).

La hora del lonchec... perdon, del videito. Gracias a los pedidos de nuestra querida Alexandra (no se me duerma... no se me duerma!) cuelgo el primero de una serie de muestras. Personalmente, este comercial me parece fabuloso. Es super polemico pues algunos infantes aparecen en situaciones chocantes y haciendo gestos no muy apropiados. Lo vi gracias a la escuela y se ha difundido por muchos paises. Quizas han tenido oportunidad de verlo en TUTUBO.com... se llama 'Children see, children do' ('Los ninhos ven, los ninhos hacen') y espero que genere interes.



(Actualizado el jueves 20 de noviembre del 2008)

Uno de mis videos de South Park favoritos. Aqui es muy comun el tema de los ninhos con ADD ('Attencion Deficit Disorder') o sea, con serios problemas de atencion. Hace algunos meses, Maria Luisa del Rio trato en 'Pequenho detalle' el problema de chicos a los que se les daba medicamento para mantenerlos tranquilos y concentrados. En este video, ustedes podran apreciar un revolucionario metodo para que ellos se puedan enfocar en su trabajo escolar. Algunos profesores agradeceriamos a veces que se implemente en las escuelas (mentira).




Una fotito de Halloween tomada el viernes 31 de octubre de este anho. Fijense en ese papazote vestido de Dexter (no me afeite adrede para propositos del disfraz) y sus dulces criaturas. Si se les ve un poco raros los ojitos es porque les mostre la pelicula 'The Ring' o 'El Aro' (habla Busco Cine!) y despues de ver el video ya no se lucian tan bien en las imagenes. No entiendo por que (solo la parara quien vio la pela). Viva Halloween por la recorococonch...!!!

martes, 11 de noviembre de 2008

¿Por qué no escribo? + Crímenes perfectos

Antecedentes

Tengo dos escritos en mi bandeja "borrador" que no están en la capacidad de salir, surcar algunas redes supervisadas por Echelon (1), y llegar a sus tiernas pupilas.

Y no solo es que son textos muy malos, sino que ya pasaron algo que se llama oportunidad histórica.

A favor tengo el hecho que siempre hay algo que decir y mucho que dejaré pendiente. Y bueno, fantasías con harto material para comentar, criticar, adorar, piratear, olvidar...

Sin embargo, lo que ha hecho que -un 24 de enero de 2007 a 15.38 horas (2)- me decida a escribir unas inútiles líneas es un texto de George Orwell titulado ¿Por qué escribo? (3).

Y si no fuera porque este señor lo escribió unos años antes, podría dar mi vida asegurando que el "Empujó la puerta y entró en la habitación. Un rayo amarillo de luz solar, filtrándose por las cortinas de muselina, caía sobre la mesa, donde una caja de fósforos, medio abierta, estaba junto al tintero. Con la mano derecha en el bolsillo, avanzó hacia la ventana. Abajo, en la calle, un gato con piel de concha perseguía una hoja seca" salió de mi mente un 12 de enero de 1985.

En mi época -léase, cuando pude haberme decidido a escribir- las máquinas de escribir todavía dominaban las hojas; y las computadoras, que asomaban tímidamente su ámbar seductor, solo conocían la fuente con la que hoy me presento (4). Ante tal negligencia estética -y descartando mi letra que confirma que no soy ni diestro ni zurdo- decidí no dejar impresa ninguna palabra más.

Ahora, los motivos esbozados por Orwell (egoísmo agudo, entusiasmo estético, impulso histórico y propósito político), creo tenerlos. Tal vez ahí se expliquen estas palabras: una suerte de manotazo de ahogado.

Formación (en estricto desorden cronológico)

* Un colegio masculino de curas, se hacían llamar hermanos, pero algo me dice que eran amantes.
* Una familia disfuncional.
* Una tropa scout huachana en decadencia.
* La discoteca del pueblo.
* El libro gordo de Petete (me enseñó a freír huevos)
* Nubeluz. Bueno, las piernas que veía en Nubeluz.
* Wilde, Saint Exupery, Cortázar y Quino. Si en esa época hubiese descubierto a Caicedo, Lucho Hernández o Pizarnik, hoy rezarían por mí.
* Apagones, coches-bombas, paros armados.
* El video "Boys" de Sabrina.
* Revista "Commodore", con la que hice de la Commodore 64 mi mejor amiga.
* Varios "slam", tratando de ser siempre original en las respuestas, y buscando las mejores para piratearlas en una siguiente ocasión. Por las puras, ella ni siquiera entendió lo que le escribí.
* Vacaciones útiles en Chancay con mi prima Marcela. Sí que fueron útiles.
* Profesor Obispo (no es joda, así se apellida) que me inculcó que no importaba que cosa estudie, siempre que fuera en la UNI. Le hice caso por casi tres años.
* Parchis chis chis. Me acaban de regalar un DVD con su canciones. (5)
* Una bicicleta Monark color azul, que me llevó a escenarios inesperados.
* Juego del doctor y la paciente con mi prima Ángela. Aprendí de anatomía lo que olvidé de pudor.
* La playa. Siempre la playa, en verano y en invierno. Siempre la playa, solo y acompañado. Siempre la playa, triste y feliz.

Situación actual

No escritor, porque no hay qué decir.
No escritor, porque no hay cómo decirlo.
No escritor, porque no hay en dónde escribirlo.
No escritor, porque no hay quién lo lea.
No escritor, por esas y muchas cosas más... y no iré a casa en ninguna navidad.

J^P, en su faceta de escritor frustrado.

Notas:
(1) Este tema de las conspiraciones y el espionaje siempre me han llamado la atención. Quién sabe si luego de interceptar los comentarios de los atormentados, EVELT esté en la lista negra de las organizaciones. Más info: http://es.wikipedia.org/wiki/Echelon
(2) Este texto lo escribí en la fecha y hora indicada. Escarbando en busca de un e-mail parricida apareció como por arte de magia. Lo leí y me pareció curioso que casi tres años después me sienta casi igual. Tal vez Nietzsche tenga razón y todo sea un eterno retorno.
(3) El texto en mención lo encontrarán en http://www.fundanin.org/orwell3.htm
(4) Algo tipo el actual Courier New. Adoro esta letra, por más "fea" que se le vea.
(5) Curioso regalo, lo habré visto tres o cuatro veces desde que me lo dieron. Una vez comenté que de chico me gustaba y bastó para que la persona que me lo obsequió pensara que era el regalo ideal. Siempre digo en voz baja y a gritos que quiero un moleskine, y ni siquiera me han preguntado cómo se come.

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Crímenes Perfectos

(Actualización del 13/11/08, debido a los últimos sucesos acaecidos con las cabezas de EVELT)

Lo que era solo un juego, un mirar de lejos, un simple comentario o pura joda, sobre las redes de espionaje, es una palpable realidad para la comunidad (hoy considerada toda una organización delictiva por los echelones) de El Vaso En La Tormenta.

Después que el brazo operativo de la organización (léase, Vida Tercera) cayera en cuenta de la magnitud de lo sucedido sentenció: "si caigo caemos todos!!!!" (copia textual de una ventana del messenger en conversaciones con la number one, para que vean que en este mundo, TODO SE SABE)

Pero basta de tanta cháchara, pasemos a lo sustancial.

eveltpresos

Todo empezó con el "inocente" juego del billete de $T 30. Y es que Vida Tercera se dio cuenta del potencial -en estas épocas en donde el curso del US$ es incierto, las bolsas están en picada y la recesión mundial ya se siente- del pequeño invento. Además, ya se había comprometido a entregar un billete de $T novísimo al ganador del banner. Pero igual en su cabeza rondaba la idea de inundar la ciudad con su creación.

Ya con los dos lados del billete terminados en Photoshop, se dispuso a imprimirlos. Lado A, conforme, en sus ojitos se podía leer un $T. Hora de imprimir el lado B... Pero la impresora no respondía. Extraño, mandar a imprimir de nuevo... Nada... "Ok, mejor cierro el programa y lo vuelvo a abrir", pensó, pero nada de imprimirse. Refunfuñó pensando que era el Windows y reinició la PC. Pero nada, no imprimía el bendito lado B.

Lo que ella no sabía era que Echelon también lee nuestros pensamientos y ya sabían lo que quería hacer y mandaron un mensaje a la impresora para que se revelara y no sea parte del fraude. Si lo hacía, su cabezal sufriría las consecuencias. Así es señores, estas redes de espionaje hasta chantajean a las impresoras.

Pero Vida Tercera no se dio por vencida y la número uno de la "comunidad" (eufemismo creado por el ideólogo de la organización, Dante (a) Blogger Faltoso), conocida bajo el nombre de Diana, recibió el archivo para proceder a imprimir, en otro local y en otra PC el dichoso lado B. Lo intentó una, dos, tres, sesenta y nueva veces, y en eso, en vez de ver por fin el billete imprimirse se abre la siguiente página web: http://www.rulesforuse.org

Ya todo estaba consumado. Sus IPs, sus nombres, números de DNI, fechas de nacimiento, dirección, teléfonos, tarjetas de crédito, fecha de su primera comunión, toda, absolutamente toda su información estaba en manos de los "grandes". Y no solo la de ellas, sino la de cada uno de nosotros, y la tuya que estás leyendo en este momento. Un destello del monitor captura tu iris y ya estás registrado.

Leyendo la página en cuestión encontramos estas explicaciones:

¿Qué es el CDS?

El sistema de disuasión de las falsificaciones (Counterfeit Deterrence System, CDS) está basado en tecnologías contra la falsificación que impiden que los ordenadores personales y los programas de tratamiento de imágenes digitales procesen y reproduzcan imágenes de billetes protegidos. El CDS imposibilita que se realicen reproducciones de billetes no autorizadas y protege a los particulares y a las empresas de las pérdidas que les pudiera ocasionar aceptar falsificaciones.

¿Permite el CDS la intromisión de las autoridades en la intimidad de los usuarios?

No. El CDS se ha creado únicamente para impedir la reproducción no autorizada de billetes con ordenadores personales y con programas de tratamiento de imágenes digitales. El CDS no permite identificar al usuario de un ordenador personal ni de programas de tratamiento de imágenes digitales. Terceros independientes están llevando a cabo pruebas para verificar y confirmar que el CDS no afecta a la intimidad de los particulares.

Texto completo en: http://www.rulesforuse.org/pub/index.php?lang=es&page=faq#q4

¿Se fijaron? Terceros independientes harán pruebas para que el CDS no afecte nuestra intimidad. Nos encanta su respeto por la privacidad de los atormentados.

Bueno chicas, saluden a Magaly. Bueno chicos, ojalá nos toque la misma celda. Eso sí J, tú estás jodido, a ti te llevan a Guantánamo.

Solo nos queda decir: ¡LO LOGRAMOS!

EVELT pasó a las ligas mayores. Gracias Vida, gracias Diana.

J^P, desde la clandestinidad.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¡Feliz cumpleaños ALBOROTADA!

¡Feliz vigésimo tercer cumpleaños!

Guárdame los tequeños!!!

Y a ver que si el hecho que hay un post con tu nick te anima a que publiques.

J^P

jueves, 6 de noviembre de 2008

CONCURSO BANNER

Listo atormentados!!!
Estas son las propuestas que hemos recibido, voten por la que prefieran.
La votación se cerrará al final del día lunes 10 de noviembre.

Opción A


Opción B


11.11.08
RESULTADOS:


Opción A - 8 votos.
Opción B - 6 votos.

Nuestra ganadora es...GI!!!

lunes, 3 de noviembre de 2008

SIN DESTINO


Antes de comenzar este post, tengo que pedir disculpas públicas por postear 45 minutos antes del final del reinado del "Busco Post", o era esto o postear a las doce desde mi casa, pero mi maratónica sesión laboral no me da para más y tengo que recuperar sueño (harto). Así que con las disculpas del caso, ahi vamos...



Tomó el volante del auto, encendió y enrumbo con destino incierto. Ni siquiera sabía hacia donde iba a parar, solo sentía la necesidad de salir de la ciudad, tomar la carretera y enrumbar en ese viaje, solo. Y es que a veces le sucedía así, de un momento a otro, su espíritu inquieto, casi índigo, lo arrastraba sin mayor compromiso ni audiencia a su conciencia. Debía apartarse a meditar, aquello había sido demasiado y tenía la cabeza demasiado caliente, necesitaba enfriarla.

Aquella mañana el movimiento semiautomático de su mano para apagar el despertador, lo había puesto en alerta, a medida que recobraba la conciencia podía escuchar claramente lo que sucedía al otro lado de la pared. Era un cuchicheo, pero no era un cuchicheo cualquiera, podía jurar que las voces al otro lado eran tan finas como un zumbido y no necesariamente por el efecto de los treinta centímetros de muro que separaban una habitación de otra. Trató de refrescar nuevamente la cabeza, aun dormitada por el efecto de la madrugada que recién estaba espantándose. De repente la pudo escuchar, su voz se elevaba claramente por encima de las otras, más, por decirlo de alguna manera, pequeñas. No pudo percibir claramente a que se refería la conversación, solo pude descifrar, entre otras pocas cosas, que aquel vecino callado, debía salir pronto. En un comienzo pensó que se estaban refiriendo a él, sin embargo, hizo un poco de memoria y reconoció que cruzaba poca, por no decir casi nada, comunicación con su vecina de al lado. Sin embargo el pensamiento lo inquietó. La última vez que la vio, se cruzaron en el parque; ella andaba distraída por andar cuidando a su perro, un pequeño y gris ejemplar canino, que más llamaba a la risa que al respeto que pudiera ofrecer un cuidador de su raza.

Iba recordando todo esto, mientras salía de la ciudad, el cajero del peaje con su ronca voz solicitándole el pago respectivo, lo regresó a la realidad. Cayó en la cuenta que había estado manejando ido, que había colocado el pie en el acelerador y se había confiado de la monotonía del camino. Eso había sido peligroso, andar divagando mientras viajas a más de ciento cincuenta kilómetros por hora puede traerte no gratas sensaciones, sobretodo si a esa velocidad decides dar un giro inesperado al timón por algún animal que se te cruce, o creyeras que se hubiera cruzado. Habría conducido alrededor de una hora cuando decidió dar vuelta al camino en la siguiente desviación. Avanzó un par de kilómetros más adelante y dirigió el auto en la dirección que señalaba el letrero, sin siquiera reconocer en donde se encontraba. La ruta llana que había venido recorriendo se trastocaba a medida que avanzaba por el desvío. Crecían los cerros al lado del camino, presenciaba el nacimiento de montañas, ahí donde la espina de la cordillera iba surgiendo. El camino buscó la compañía de un río, y ahora podía darse cuenta que estaba entrando en un valle. Verde. El verde del paisaje lo tranquilizaba, era casi medio día y aún no encontraba ningún pueblo donde descansar y almorzar a esas alturas del camino.

- ¿Ya te piensas detener?

La súbita aparición lo asustó y por un momento sintió que el carro se ladeaba, ante el giro de sus manos inquietas.

- Ya te he dicho que no me asustes de esa manera, al menos podrías avisar que vas a aparecer.
- Es que le quita la gracia y siempre me deleito con tu cara de sorprendido – contestó ella, desde el asiento de atrás, esbozando una fugaz pero certera sonrisa.

Su cabellera negra revoloteada como por el viento tapaba la visión de la parte de atrás, del camino que iban dejando, bajó un poco su ventana para que entrara aire fresco.

- Será mejor que no apartes los ojos del camino
- No los aparto nunc….

La interrupción debida a un tronco que acaba de pasar por encima lo hizo reconocer, no sin ruborizarse, que efectivamente se había distraído, pero no prendado de ella. Estaba tratando de reconocer en su gesto el porqué de su aparición esta vez. Hacía mucho que no la veía, y siempre sus apariciones, esporádicas, intermitentes, le dejaban un mal presentimiento. Trató de distraerse, esta vez tenía claro a donde iba, donde pudiera escapar de aquella conversación tempranera, lo más lejos posible, tal vez sin siquiera tener la intención de pegar la vuelta ese mismo día. Ya sabía, iba a perderse arriba, buscar un lugar arcádico y echar a perder su mente en la infinidad de divagaciones absurdas que este escape pudiera brindarle. Sin embargo, no podía darse a la bartola, pues ella había vuelto aparecer, justo cuando había lanzado la moneda y había caído del lado de la sensatez, a ella, visión antagonista, disecadora de momentos, no se le había ocurrido mejor idea que lanzar nuevamente sus hilos y colgar lo mejor que podía la red de los arneses imaginarios que pendían de su cielo. Y cayó en la red.

- ¿Tú sabes a lo que se referían?
- No más de lo que pudiste entender.
- Pero ellos no sabían que estaba allí, escuchando, ¿o sí?
- Nadie se los dijo, pero eres tan predecible…además, a esa hora siempre estás en tu casa.
- Si estoy en mi casa es porque no tengo otro lado donde andar – contestó casi espetándolo.
- Deberías intentarlo, amanecer alguna vez en otro lado.
- ¿Y a donde crees que voy?
- A algún lugar, solo.
- Si me lo permites, claro.
- Tú sabes que ya me voy a ir y no apareceré.
- Lo mismo me dijiste aquella vez.
- Esta vez es cierto, ya no volverás a verme.
- Ojala.
- ¿Qué pasa? ¿ya no quieres verme?
- Tal vez.
- Ahora no me han dado permiso, me he escapado. Si supieran que estoy aquí, es seguro que me perseguirían, y a ti conmigo.
- Pues no debiste haber venido.
- Necesitaba verte, sabía lo que habías escuchado. Tenía que tranquilizarte.
- Ya lo hiciste, ahora, por favor, desaparece y si tienes la intención de volverme a asustar, al menos avisa. Ya sabes que no me gustan tus apariciones súbitas, trucos baratos de magos gitanos.

Ella guardó silencio, un silencio triste que duró varios segundos, lo había acompañado media tarde y ahora el sol radiante que dejó atrás, se iba ocultando por nubes negras que amenazaban volcar sus gotas de lluvia. Lo que más le preocupaba de este panorama era el saber que sus llantas estaban gastadas. Aquellas llantas que le habían servido para mantenerse firme sobre el camino tanto tiempo, estaban ahora gastadas, y no sabía si soportarían o evitarían el patinar en una pista mojada, lisa. Sin embargo, avanzó confiado, aunque bajó la velocidad. Una rápida y furtiva mirada por el espejo, le hizo caer en la cuenta que ella ya no estaba. Un suspiro de alivio busco escape por su boca y siguió avanzando. Sin embargo, a medida que avanzaba, meditaba en su corta conversación. Poca, muy poca, sin embargo, consideraba, lo justo. Sin mucho ni poco. Ahora nuevamente sus llantas gastadas volvían a llamar su atención, la lluvia ya había comenzado y era persistente, insistentemente caía sobre su parabrisas y dificultaba su visión. No podía seguir avanzando por lo cual tuvo que detenerse al lado del camino, no había tenido la precaución de cargar un paraguas (nunca lo lleva), así que encontró un periódico viejo y bajó del carro, cubriéndose la cabeza, corrió debajo de la lluvia, y se montó a horcajadas sobre un tronco viejo bajo un árbol frondoso, de esos que no dejan pasar la lluvia. El tronco era lo suficientemente grande, por lo que pensó conveniente echar una siesta. Había manejado mucho, y en realidad estaba cansado. Sentía que no llegaba a ningún lado. Cansado, ningún lado, cansado. Se quedó dormido. Al despertar la vio, con su negra cabellera al aire, mojada por la lluvia agonizante, y sus ojos fijos en él. La estampa la había visto antes, en alguna parte, le llamaba un recuerdo, pero no podía hacer memoria de donde. Se apeó del tronco, y lentamente, le extendió sus manos. La lluvia paró y con ella, el tiempo.

viernes, 31 de octubre de 2008

Busco Post

1. Es 19 de octubre. He almorzado una porción de pastel de fideos con atún y gelatina sabor a piña de postre. En mi cama termino de leer un artículo de Etiqueta Negra sobre Sixto Paz (¡Quiero ver un OVNI!). Cierro la revista y pongo en el equipo un CD con música para laúd de la Edad Media (¡Quiero ver a Shirley Rumsey!). Me cubro la cara con un polo para impedir que la luz del sol perturbe mi sueño (No quiero ver nada). Mientras voy entrando lentamente en estado de vigilia pienso acerca del post que debo escribir. Ya se han posteado geniales intervenciones como un inspirado poema, un par de reflexiones sobre el blog, una crónica de los años del terrorismo y un cuento con reminiscencias de Pedro Páramo. No tengo idea acerca de que postear. Quizá la almohada pueda ayudarme.

¿A quién engaño? En cualquier momento mi yo ansioso se despertará para torturarme con el hecho que sólo faltan doce días para el 31 de octubre. Me imagino delante de la pantalla en blanco viendo las horas pasar y sin nada que escribir. Tengo un plan B que es postear una selección de chistes de Carbonell pero eso equivaldría a que mi participación sea despiadadamente censurada por clamor popular. Ante el desolador panorama prefiero sumergirme de una vez en un profundo sueño y olvidar que existe el resto del mundo. La almohada tiene que ayudarme.

2. Es 24 de octubre y aún no encuentro un tema decente para escribir el post. Debo enviar antes de las cinco un reporte de datos proyectados para el 2009. La chica más bonita de todo el piso se acerca a mi sitio para recordarme la hora límite. Lo hace de una manera tan dulce que si me hubiera dicho "Renzo, dame tu riñón para venderlo", se lo daría. Si me dijera "Haz 100 planchas" la mandaría a freir espárragos; conozco mis límites. Inspirado por su visita termino en tiempo record el archivo de excel con los datos solicitados pero mi jefe me lo pide para enviarlo por su cuenta. ¡Damn!

Llamo a L por cuestiones de trabajo. Luego de discutir durante varios minutos por qué aún no ha revisado los pendientes que le encargué me insinúa que el 31 no tiene nada que hacer.¿Acaso me quiere trabajar al sentimiento? Pobrecita, Anita la huerfanita versión anime. Si contara lo que sucedió la primera vez que salimos este post se convertiría en un remedo de "Busco Novia" (Y yo sólo busco cine, ¿OK?). Si contara lo que sucedió la semana pasada cuando nos encontramos para almorzar, el post podría figurar tranquilamente en "Lo Peor de Todo". Exagero porque el postre superó cualquier expectativa. ¡Pero aún no tengo tema para el post!

3. Es 31 de octubre y el pánico escénico me domina. Leo y releo este esbozo de post. Borro y vuelvo a digitar signos de puntuación, palabras y párrafos. No estoy contento con todo lo escrito. Y aunque me queda claro que sería más entretenido contar la reacción que tuve cuando me enteré que dC y E (ex y ex-ex respectivamente) por alguna malsana coincidencia han terminado trabajando en el mismo edificio (aunque en empresas diferentes) prefiero cliquear el botón de "Publicar entrada" y terminar de una vez con esta angustia. Me gustan los puntos finales más que nada en esta vida.