viernes, 30 de enero de 2009

Trip Año Nuevo 2009

No recuerdo cuando decidí salir de viaje. Solo tenía la certeza de querer pasar mi año nuevo fuera de Lima, lejos de todo y de todos, el 2008 había sido un año regular, no fue un año bueno, tampoco malo. Fue un año donde había definido muchas cosas, donde en el último tramo mi vida había pisado tierra en cosas muy personales; y sin embargo, necesitaba estar lejos de todo para poder dejarlo atrás y seguir adelante con lo que me estaba proponiendo y definiendo.
Volteé un día, y solo vi a mi amigo, mi compañero, el que andaba a mi lado en las buenas en las malas, y le propuse una fuga aventurera y guerrera. Sin pensarlo me dijo ya. Solo ponía unas cuantas condiciones, debería hacerle un súper mantenimiento antes que nada, y si podía, cambiarle las llantas. El súper mantenimiento de ley era necesario, pero para las llantas ya no había presupuesto, así que lo tuve que convencer que las que tenía más la de repuesto eran suficientes. La emoción me ganaba y comenzaba a hacer planes mucho tiempo antes de que fuera a terminar el año. Ya antes había salido de Lima, tanto con el vocho como con los carros de los trabajos donde estaba, pero nunca había manejado tan lejos, nunca había manejado tanto tiempo en la carretera y el simple hecho de hacerlo en el fiel bólido le daba un toque especial, algo íntimo.
Cargamos al bólido, las cosas listas para un escape de una semana fuera de Lima, en realidad no mucho, el destino era la playa y si en realidad quería escapar no necesitaba de muchas cosas, mas que ganas para relajarse.

El recorrido empezó a las 4 de la mañana. Quería salir lo más temprano posible para poder llegar temprano también a nuestro destino: Tanaka, Km 581 de la Panamericana Sur. De copilotos llevaba a mi mamá y a mi sobrino, quienes se turnaron a lo largo del viaje el asiento delantero al costado del mío. Salimos temprano, las legañas ya las había lavado y después de una tacita de café me encontraba listo para comenzar el trip. De nada le sirvió a mi tío tratar de convencerme que iba a maltratar mi carro, que me iba a quedar botado, que no podría llegar con mi vocho setentero o, en el extremo de su intento, tratar de convencer a mi mamá de venirse en el carro de mi prima. Nada. Creo que el espíritu aventurero se lo saqué a mi madre quien me dijo que tampoco se perdería el primer viaje así. Tomamos la avenida Faucett, a las 4 de la mañana anda vacía; seguimos por Javier Prado y paramos en un grifo antes de llegar al trébol. El primer susto del viaje: llegando al grifo, el carro se me apaga al frenar, parece que el mínimo está muy mínimo. Duda. ¿La hago?¿No la hago?¿Y si arrugo y regreso?¿Qué pasa si se me vuelve a parar en el camino? ¡Bah! Al diablo. Si se para en el camino, pido ayuda, no voy a arrugar a estas alturas, así que, seguimos para adelante. Tomo la carretera, entro a la Panamericana y pasando el peaje de Conchán un tombo bien conchán me detiene. Trato de frenar suave, tratando de que no se apague el motor, pero parece que el susto fue solo porque el motor estaba frío, el carro se detiene tranquilo, el conchán se me acerca, me pide papeles y me deja ir luego de chequear que todo está en regla. Ya estamos encaminados. Seguimos avanzando, son casi las 5 de la mañana y una neblina densísima a la altura de Chilca termina por despertar todos mis sentidos. Frenada, avance lento, no veo, literalmente, un metro más allá de la trompa de mi carro ¡qué bestia! ¡qué tal neblina!, demoramos unos diez minutos en atravesarla, más allá se despeja, ni siquiera habíamos llegado al León Dormido. La ruta hasta Cañete es fácil, ya es conocida, pasamos San Vicente sin problemas y sin detenernos ni un ratito, ya descansará el carro en la siguiente parada y donde hemos quedado en desayunar, en Chincha.
Kilómetro 198, nos detenemos por gasolina, el recorrido lo hemos hecho en casi tres horas y el carro se ha portado bien hasta entonces. Preguntamos por un lugar donde desayunar y nos recomiendan un huequito en la carretera, más adelante, casi a la salida de la ciudad. Nos dirigimos hacia allá y terminamos con el opíparo desayuno con el apetito voraz de los viajantes.
Salimos de Chincha, son las 8 y media de la mañana, y la siguiente parada está programada para Ica. Ya había hecho el viaje antes, por el Google Earth (adoro el Google Earth) y tenía todas las paradas programadas y tiempos estimados de llegada. Llegamos a Ica alrededor de las 10 de la mañana, media hora más tarde de lo que había pensado pero dentro del rango de tiempo suficiente para completar el viaje a tiempo. Decidimos quedarnos por ahí un rato, a dar una vuelta. Encontré la ciudad mucho más cambiada de lo que la recordaba, después de diez año le cambió la cara mucho. Recuerdo que la última vez que estuve por acá vine siguiendo a Agua Marina en su concierto que dio para la vendimia del ’99. Esa vez nos pegamos tremenda y soberana bomba, que hasta ahora recordamos con los cómplices de aquel viaje (un abrazo para Eli y Rosita). Mi sorpresa fue grande y agradable cuando encontré un Tottus donde estacionar el vocho, y sobretodo, encontrarle sombrita para que no se recalentara. A esas alturas del viaje tenía ya en mi cabeza rondando la recomendación de mi tío, sobre tener cuidado que el carro no se calentara y que tratara de viajar lo más temprano posible para evitar que el sol de medio día me agarrara en pleno desierto. Tarde, ya era tarde. Un par de gaseosas y un libro de cuentos para el camino de Marce y estabamos nuevamente en la carretera, saliendo de Ica a las once de la mañana, tomamos un desvío que atravesaba la ciudad y casi me confundo y doy la vuelta en U pensando que me había hueveado de ruta, pero no, felizmente, después de quince kilómetros de avanzar por la carretera, pude comprobar que me hallaba en la ruta correcta (en todos los sentidos). Salimos de la ciudad, y entramos a la pampa, la ruta hacia Nazca. Mucho mejor que la fría pantalla de la computadora.

Los 50 kilómetros se hicieron sin problemas, hasta me di el tiempo de parar a tomar un par de fotos en el camino. Seguíamos avanzando por la ruta, dejando atrás a otro tombo que nos detuvo por las puras arverjas y las pampas pasaban y volvían a comenzar. A lo lejos, casi al final del desierto, pude distinguir un valle, unos cerros encontrados con rumbo a la costa y la altura que debíamos pasar antes de llegar a la tierra de las líneas dibujadas. “Palpa” pensé, mi tía me había hablado que tuviera cuidado con la variante, y un amigo me comentó sobre la ruta y lo difícil que se pone, sobretodo si un volquete se le ocurre taparte el camino y no dejarte avanzar, porque ni siquiera hay facilidad para adelantar por lo cerrado de sus curvas. Felizmente no tenía a nadie adelante y la variante la hice sin problemas, pasamos delante de la cara del Inca y quince minutos después de haberla empezado, estábamos saliendo del serpentín. “pensé que sería peor”, pero el vocho sigue respondiendo y con creces. Pasamos la variante y llegamos al pueblo, a la izquierda veo el desvío hacia el reloj solar pero arrugo, son casi la una de la tarde y aun no hacemos la ruta de Nazca a Tanaka, la parte que más me preocupa, y a medida que el día avanza, me preocupa más, hasta el momento ya tuve oportunidad de comprobar que los vientos del sur no son nada subestimables y que, a pesar de no habernos cruzado con ninguna paraca, si lo hicimos con un pequeño remolino que justo atravesó la carretera cuando pasábamos y que yo casi jugando quise cruzarlo, pero me movió toda la carcocha. Paramos y por recomendación de mi prima Jandi buscamos los camarones, lo mejorcito del menú palpeño, mi madre se pide su chupe de camarones, yo mis camarones al ajo y marcelo…su pollo a la plancha (¡plop! Algún día aprenderá a comer, es mi esperanza). El pueblito es chico, pintoresco, a la salida de la variante y se desarrolla a ambos lados de la carretera, no tendrá más de diez cuadras de largo y cinco hacia cada lado. Terminamos el almuerzo, nos comemos unas cremoladas espectaculares y volvemos a la vía. Salimos por las chacras, avanzamos una media hora y llegamos a Nazca. Buscamos a mi primo, pero anda ocupado en la chamba y mis sobrinos están con su mamá en casa de los suegros, ni modo, los visitaremos de regreso. Salimos de Nazca, ya son casi las tres y cuarto de la tarde, ni modo, a enfrentar el viento sureño. Y nada más cercano a la realidad. Apenas entramos al último tramo de pampa que nos toca atravesar, cuando el ruido del viento comienza a colarse por todas las rendijas del vocho “¿qué kilómetro dijo Jandi que era Tanaka? ¿535? Será pues…marce, en que kilómetro vamos?” “420, coco” mmmm…115 kilómetros, una horita y media, bueno, el último tramo empieza. ¿horita y media dije? Horita y media pero a 80 o 90 que es la velocidad crucero del vocho…¡no a los 60 que me obliga a ir el viento! Que bestia, será que el vocho no tiene mucha estabilidad, por lo mismo de su diseño, pero no puedo pisar a fondo, mejor dicho, trato, pero el viento está soplando muy fuerte en contra y no me deja avanzar más allá de los 60 o hasta 65 que a veces me permite (con suerte en algunos tramos de bajada llego a los 70), ni siquiera el empuje de los ómnibus que te pasan o vienen en sentido contrario me parecen tan cosa seria como esto, una cosa es que te lo cuenten y otra que lo vivas en carne propia…¡nada mejor! Al lado de la pista se despliega la pampa, ancha, larga, mi horizonte se pierde, no diviso donde se acaba para comenzar el mar, no importa, mi destino está más adelante. Pero algo me llama la atención, a lo lejos sobre el horizonte, se ve un espectáculo hermoso, 5 o 6 tornados, tornaditos de arena, se levantan y bailan cual odaliscas. Están muy lejos para que se crucen en el camino, pero eso no me quita la inquietud de pensar que pueden aparecer más adelante más cerca de la pista. No importa, la compañía de este grupo me distrae un poco y no deja que piense que estoy avanzando lento y no voy a llegar temprano a mi destino. En realidad el destino no importa (o sea, si, el tiempo que pasaré descansando y celebrando mi cumpleaños treinta y dos, pero esa será otra historia), la aventura del viaje paga mi esfuerzo y expectativa. La hora y media de viaje se transforma en dos, y cuando llego al kilómetro 535, me doy con la sorpresa que Tanaka está en el km 581…50 kilómetros más adelante…¡pucha, que tal tripa desde Nazca hasta acá!
Llegamos cerca al final del camino, puedo reconocerlo porque la duna comienza a apoderarse de la carretera, también lo había previsto, desde hace unos años del mar comienza a salir un viento que arrastra arena, cuenta mi prima, y lo que antes era un cerro rocoso, saliendo del valle de Yauca, se ha convertido en una inmensa Duna cubierta por toneladas de arena, que acaparan parte de la pista, tanto, que hacen que el carril de ida, por donde ando, tenga que confundirse con el destapado carril de venida, por donde viene tremendo trailer en sentido opuesto. Me pego a un lado, tengo que hacerlo sino el trailer adorna la pista conmigo. Pero ya casi llego, tomo la última curva y el letrero dice: TANAKA. Llegaste vochito, otra vez lo hiciste, ahora, a descansar, y tu también.

Epílogo: Tanaka, sol, arena, uno de los mejores ceviches mixtos que he probado, playa donde no podíamos meternos porque terminábamos enarenados por el viento. Al día siguiente descubrimos que la gente allá se baña en unas pozas que se forman en las peñas y que hacen de piscinas naturales. Una maravilla más de este mi maravilloso país. Los días siguientes fueron de paz y tranquilidad, no había televisión, no había teléfono, el celular llegaba con dificultad, así que nadie podría joderme y yo no jodería a nadie. El año nuevo también fue muy bueno sin querer queriendo, había planeado dormir temprano y pasar un año nuevo tranquilo, sin embargo, la juerga que se armó con mis primas y todo el pueblo de Tanaka fue muy…relajante. Hay que destacar que el vocho sin querer queriendo llegó hasta Chala, al Km 620, porque no había lugar más cerca donde echar gasolina, así que su prontuariado recorrido se ha visto incrementado de manera considerable luego de este viaje. De regreso salimos temprano nuevamente y ya no nos topamos con ningún viento ni ninguna paraca, así que el carrito agarró la nada despreciable velocidad de 100 kilómetros por hora en varios tramos (los que saben de vochos, entenderán que es una velocidad nada despreciable) lo que hizo que llegaramos a Lima mucho antes de lo pensado, con una parada técnica en la playa de Pasamayito. Siguiente trip: aún tengo intención de subirlo a Huancayo.





lunes, 26 de enero de 2009

Hombre busca...

El eterno retorno nietzcheano le llaman los que se quieren pasar de cultos. La puta vida le llaman los que han pasado por la universidad de la puta vida. Amar, terminar, volver a empezar, volver a acabar, nuevo amor, nueva ruptura, un inicio más, un final más... y así por los tiempos de los tiempos hasta la muerte (o el matrimonio, que para el caso viene a ser lo mismo).

El asunto es que acabar una relación, por más efímera que sea, nos deja en mitad de la calle y desnudos. La soledad, la coqueta soledad se apodera de nosotros, como la amante a la que siempre regresamos, como la incondicional que nunca nos dejará. Pero nosotros solo la queremos para que no duela tanto la ruptura y de inmediato nos lanzamos, cual cazadores en temporada alta, a la búsqueda de la siguiente que nos robará el mes de abril.

Así estoy en este instante, destrozado por la mujer por la que me jugué la primavera y me dejó en un invierno boreal. Hasta la soledad se está aburriendo. ¿Qué hago? Pues me lanzo a ofertarme. Pero debo buscar el medio ideal, no vaya a ser que el remedio sea peor que la enfermedad. ¿Un aviso clasificado en El Comercio? ¿Match.com, latinlove.org, buscapareja.net ? ¿Hi5, Facebook? ¿La discoteca de moda, el café de moda, la playa de moda, lo que sea de moda? No me hallo, no me veo en ninguno de esos lugares, ya sean reales, virtuales o de papel.

Además el asunto no es tan fácil, al menos no en estos tiempos modernos. Se necesita mucha sofisticación: estar a la moda en ropajes y trapos, usar tecnología de punta, ser metrosexual... ¡Carajo! Nada más alejado de lo que tristemente soy.

Un disco borracho para pasar las penas... Una canción que me retrata, que me vende, que me "marketea", que me ofrece tal y como soy, sin más ni menos. Sabina me presenta, lo canto a voz en cuello...

[A VUELTA DE CORREO]

Caballero en edad de merecer,
No sé por qué pero me suena importante. ¡Ya estoy en la edad de merecer! Ahora, no me salgan con que faltaría indicar qué es lo que merezco, ya que si nos ponemos filosófico y místicos, acá debemos acabar con este post.

con un pelo de tonto, cuatro canas
Definitivamente la edad de merecer merece canas. ¿Ven como le vamos encontrando su merecido? Y lo del pelo de tonto también me lo tengo merecido, pero ahí no por la edad sino por una serie de eventos desafortunados.

el pasado resuelto y muchas ganas
ya sabe usted de qué.
Importantísimo esto del pasado resuelto. Siempre uno va dejando cabos sueltos: llamadas que no realizamos, promesas que no cumplimos, deudas que no saldamos, besos que no repartimos... La suma de todos esos pendientes no nos permite cerrar la puerta de los tiempos anteriores. Yo vencí a este monstruo del pasado, solo que me quedaron una terribles ganas de... de... de ustedes ya saben qué.

Informal, ilustrado, manejable
Podría alegar que es imposible no ser informal en un país como el Perú, en una ciudad como Lima, pero sería restarme méritos: con desidia, flojera, desorden y mal humor he logrado ser este ser informal que ahora soy. He pensado trabajar de chofer de combi, pero ni nuestro alicaído transporte público se lo merece. Ya lo de ilustrado es algo que no tiene cabida; en todo caso se debe a que no existe una canción que nos represente al 100%; pero sí que nos represente máximo 99%, como en este caso.

más amigo de gatas que de perros.
Hasta post buscando felina compañía escribí. Los perros ni me ladran, señal que no avanzo, Sancho.

con dos úlceras y una inexplicable
mala salud de hierro.
Principio de ceguera + hernia hiatal + cansancio permanente + amígdalas inflamadas + media dentadura picada + gastritis + riñones que piden cambio + soriasis vulgar (ni siquiera culta, vulgar nomás). Más cosas no me pudieron encontrar, porque no ya no me dejan entrar al Hospital de la Solidaridad, les salgo muy caro.

Solicita con fines poco serios
señora aficionada al adulterio
o señorita de entre quince y cuarenta
(si no los aparenta).
Nadie puede negar lo democrático que soy. Más adelante daré más ejemplos de lo amplio de mis gustos, pero desde ya se puede observar que en asuntos que para algunos son determinantes, no cuentan con este servidor. Que estén las señoras por delante no viene en desmedro de las señoritas. El orden de los factores no altera el producto. Eso sí, no busque tomarme en serio, ni yo lo hago.

Se aceptan feministas sin pancarta
cursis enamoradas del amor
o pesimistas hartas de estar hartas
de decirme que no.
Si hago público este testamento, es con la única finalidad de encontrar al menos un sí tímido y torpe. Cuando ya temía que los "no" iban a ser una constante en mi diario vivir sentimental hice -emulando al gran Diógenes el cínico- mis ejercicios para acostumbrarme a ser ignorado. Por esas leyes de la vida que nadie puede explicar, mis siete amores, pertenecen a aquella época en que me esforzaba para que el mundo me ignore. Y así aparecieron Eugenia, Marilyn, Yolanda, Magdalena, Lolita, Matilde y Daniel (¿no les digo? siempre buscaba el sí, nunca llegó; el día que acepto el no como parte de mi vida, hasta un jovenzuelo de cabellos ensortijados me dice que sí). Cuando creí que mi suerte había cambiado, me dije: "carajo, qué jale tienes" y todo volvió a ser como antes: mis siete amores me olvidaron y hasta ahora no hay quien se harte de decirme que no.

Igual me da mujer de mala nota,
que especialistas en Borges y Lacan
si no vienen tocándome
con Juan Salvador las pelotas.
No necesitan ser doctas en alguna materia, pero no me vengan con el cuento de la gaviota para que busque mi autoperfeccionamiento. La charla puede ser sobre el Manual de Zoología Fantástica o sobre si Keiko será una buena presidenta o cómo es posible que dejaran viajar a Magaly a Miami. Yo atraco, soy manejable, no lo olviden. Pero nada de sacrificios para ser feliz emulando a esa gaviota solitaria.

Dispuesto a todo incluso a defraudarte
alérgico al deporte y al reloj
Si buscan un Adonis con músculos de luchador de la WWC, en mí encontrarán exactamente lo contrario, su antípoda, su antítesis. Nunca llego a tiempo; Cronos me odia, y si alguien me dice "en punto, por favor" una comezón en la cabeza empieza a torturarme. 69 minutos después de la hora pactada aparezco con cara de mira-la-alergia-que-me-dio-y-que-me-hizo-ir-al-médico-y-que-a-su-vez-me-está-haciendo-llegar-tarde. Compasión por mi enfermedad sicocomática u odio por ser tan imbécil, el azar hace que llegue una u otra reacción indistintamente.

con un precoz talento para el arte
de la eyaculación.
Cuando ya era evidente este arte, no me quedo más que buscar artilugios para disminuir las quejas de la acompañante de turno. Adquiriéndolos poco a poco, me sentía algo orgulloso de ellos. Ahora, ¿cómo saber si funcionan o no? Fácil, encuesta: de las 7 entrevistadas, 3 contestaron quedar más que satisfechas, otras 3 reconocieron sentirse absolutamente defraudadas con el desempeño, la restante no sabe no opina.

Anímense monjitas de clausura
absténganse fanáticas y abstemias
la pasión con controles de alcoholemia
no me la pone dura.
¿Que el vino le da sueño? ¿Que la cerveza es muy amarga? ¿Que no necesita alcohol para sentirse embriagada? ¡Ya pues!

Podrán buscarse amantes de ocasión
cuando la decadencia lo aconseje
que traigan referencias
y se dignen ganar al dominó.
No me molesto, es más, lo entiendo, lo apoyo. No ofrezco nada más allá de lo que se escribe en el verso que viene. En estos tiempos modernos, de sofisticaciones, fechas importantes, grandes almacenes y lujosos viajes de placer no tengo cabida. La solución: los amantes de ocasión, la interesada puede tener uno o un millón a su total discreción.

A las interesadas aseguro
máxima indiscreción, ninguna prisa,
buena conversación, besos con risas
y noches sin futuro.
Y si bien a muchos va a decepcionar, solo esto puedo dar. Tanta cháchara para tan poco...

J^P



martes, 13 de enero de 2009

pensé escribir

pero ya es un poco tarde para los saludos navideños, novoañeros, las reflexiones pasadistas y los pronósticos/deseos futurísticos. igual, si "ya es un poco tarde" para eso es porque ya vida, jota y diana nos han encantado con sus postes de luz y nosotros ya nos reunimos alrededor para iluminarnos y hacer nuestras propias sombras.

qué cosa, ¿entonces?

el año ya está comenzado y no me gusta lo que estoy escribiendo. no me gusta. no quiero planificarlo. prefiría que todo saliese de mi cabeza a través de mis dedos; tal como estoy haciendo ahorita (nótese que existen dos momentos que son calificados como el presente en lo que va del párrafo, pero que al momento de escribir esta nota son parte de un pasado que puede entenderse como dos: aquel en el que intentaba planificar el post y el segundo en el que intentaba dejar fluir mis interiores). creo que es mejor. necesito sacarme todo lo que está adentro.

claro, tampoco puedo sacarlo así, sin más. eso sería un poco desagradable, pero no sé bien en qué sentido exactamente. "pero".

tengo muchos peros en mi cabeza últimamente. creo que es porque los pensamientos están yendo demasiado rápido como para plasmarse en la pantalla (me hubiese gustado decir "en el papel" pero 1. este es ya un tema cliché en mi/s diario/s//cuaderno/s 2. no me acuerdo cuál era el número 2.). mis dedos no se mueven tan rápido. ni mi boca. ni mis propios pensamientos.

eso siempre me ha molestado: mi propia incapacidad humana de captar mis pensamientos. me gustaría que fuesen como mariposas y que mis dedos fuesen redes. mis dedos y mis lapiceros/plumas(que ya no uso tanto)/lápices.

me gusta escribir y pensar, pero algunas veces los conjuntos no se intersectan, no tienen un denominador común. eso me pone de mal humor.

como ahorita.

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ok. no saqué ni una milésima parte de lo que está adentro, pero tengo sueño. creo que lo más sano es ir a dormir.
miento. lo más sano sería no publicar este post, pero, demonios, llevo pensando qué escribir varios días. es más, llevo ya unos cuantos pares de intentos de post registrados en word y en arriba. sí. sería muy sano borrar todo esto, pero pienso que tal vez deberíamos acabar con la vacaciones.
no, ¿qué rayos? ¿y por qué habríamos de acabarlas? tal vez es lo que necesitamos todos. yo sé que yo las necesito. no de EVELT, pero sí de todo lo demás. necesito desaparecer un rato y volverme a inventar.
ok, ya empecé otra vez.
oh, cállate.
no puedo callarme si estoy escribiendo.
¿cuál sería el equivalente al escrito del 'cállate oral'?
¿cómo le habría dicho el rey a chávez si estuviesen en el msn?

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a veces las cosas conmigo parecen empezar a dejar de tener sentido, pero no se asusten.
aunque tampoco es que debamos cumplir con el registro sanitario para poder escribir, ¿no?