martes, 25 de noviembre de 2008

Busco Equipo 2.0 (El clásico)

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De niño recuerdo pocas ocasiones en las que viví la emoción de observar un partido de futbol. Mi padre nunca demostró interés por enseñarme a jugarlo y tampoco me contó si fue hincha de algún equipo. Mi madre siempre se declaró ferviente antagonista de este deporte y contaba orgullosa cómo en sus años mozos ganaba las apuestas que hacía en contra de la selección. Esto no impidió que en el colegio me enterara de la existencia del famoso deporte rey, que se jugaba un campeonato llamado “Descentralizado” y si quería formar parte de la patota tenía que gritar “Y dale U” con toda la fuerza de mis asmáticos pulmones.

De mi periodo de hincha de la "U" puedo evocar con genuina alegría sucesos como el gol de Rossi a Cristal después de un pique desde la media cancha, el combo de Nunes a Kopriva en un clásico y la celebración del campeonato nacional con dos tipos vestidos de quinceañeras en la tribuna norte. Sin embargo ahora que escribo este post no puedo identificar en qué momento dejó de interesarme el fútbol. Quizá fueron los desastrosos resultados de la selección, la pobre actuación de los equipos nacionales en los campeonatos latinoamericanos (excepción: El Cienciano y su upa upa upapá) y el burdo protagonismo de los futbolistas en eventos fuera de la cancha. Es redundante decir que mi relación con este deporte en los últimos años ha sido muy endeble.

Cuando llegaron a mis manos dos entradas para el Alianza–San Martín mi primer pensamiento fue “¿A quién se las regalo?”. Contra todo pronóstico decidí usarlas para variar la rutina dominguera y aumentar mi lista de “¿Qué de nuevo hice este año?”. Parecía buena idea hasta que llegué al Estadio Nacional y me sentí tan perdido como niño de cinco años en el centro comercial Megaplaza. No sabía por dónde entrar, menos que la policía iba a revisar el contenido de mi cangurito y lo peor de todo dónde estaba el asiento que me correspondía. Cuando por fin pude sentarme se apareció un fulano conminándome a que probara la canchita que vendía. Por más que puse mi sonrisa patentada de Dalai Lama se negó a retirarse hasta que me vio masticando desganadamente la canchita más pequeña que pude coger.

Creo que ya es momento de agregar que fui con L al estadio. Pensé que sería una buena oportunidad para conocernos mejor en un ambiente informal y sin convencionalismos. Sin embargo después de esta invitación me queda claro que cuando salgo con ella me siento como Han Solo congelado en carbonita. No me permite abrirle la puerta, pagar la cuenta y menos acompañarla a su casa. Es más, ni siquiera dejó que le invite unas habitas de a sol. (Y eso que las estaban rematando a tres por 2 soles). La situación empeoró cuando desesperado por el aburrimiento aproveché el gol de San Martín para soltar la tensión acumulada y gritarlo en su cara. La emoción me hizo olvidar que L es hincha de Alianza y tiene conocimientos básicos de karate.

No entiendo como a la gente le puede gustar un deporte tan aburrido como el futbol peruano. No entiendo como los barristas pueden estar durante hora y media saltando y cantando por una victoria que nunca llegará. Tampoco entiendo por qué diablos se me ocurrió invitar a L sabiendo que con otra persona lo hubiera pasado mucho mejor. Pero como a mi otro yo le encanta tener todas las respuestas ahora puede deducir que después de tres partidos, mejor dicho citas, estoy condenado al descenso en su torneo clausura. Sin quererlo tengo una razón más para detestar el fútbol peruano. Eso sí, lo gritado nadie me lo quita.
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Acabo de venir del clásico "U-Alianza". ¿Como llegué? En taxi. ¿Cómo salí? En taxi. Cómo decidí ir? Luego de una larga discusión entre mis otros yo (el ansioso, el guerrero, el superprecavido y el-que-todo-le-llega) llegamos a la facilista conclusión de ir al partido, ganarme con el pase, gritar como un boludo al mismo equipo de la mancha que tuviera al costado y quitarme con las mismas antes que termine.

Si en el Nacional me sentí como niño en Megaplaza, pues en Matute me sentí como pavo antes de Acción de Gracias (sí, ya sé que Thanksgiving es una celebración norteamericana pero quería darle un toque foráneo a mi post, ja ja ja). El típico consejo de "actúa-como-si-no-pasa-nada" se me olvidó apenas se me acercó un tío pidiendo colaboración para la barra . Obvio que un "No hay, cholo" bastó para que se retire y busque otro incauto que caiga en ese cuento.

Apenas me senté quedé impávido ante el espectáculo de las barras rivales. Esa cantidad de gente sólo la había visto antes en la procesión del Señor de los Milagros. No era sólo el entonar de los cánticos, la aparición de banderas gigantescas y el agitar de polos al mismo ritmo. Era presenciar un grupo de gente actúando como si fueran una sola persona (o mejor dicho un Leviatán incontenible). Basta decir que del partido miré muy poco. He estado 45 minutos presenciando la barra y todo lo que ocurría en su interior.

Esta vez no voy a agregar si fui con alguién. En algún resquicio de mi mente se me ocurrió decirle a V, pero a ella sólo la hubiera llevado a Matute si fuera dueño de una tanqueta. V es una chica muy linda, fashion y merece un post en el blog de mi mente. En ningún resquicio apareció la idea de invitar a L. Al menos después del fiasco del Nacional es impensable ir con ella a ningún lado. En quién si pensé fue en dC. Ella es guerrera, relajada y es de esas personas que han desarrollado un séptimo sentido para alejarse de todo aquello que signifique peligro.

Ahora estoy escuchando "Wherever you will go" por enésima vez. Una canción que por alguna razón inexplicable e inaplicable me recuerda a F. Treinta minutos en una cabina bastaron para escribir este post, sin revisión y sin anestesia. Creo que estoy mejorando. Es más este post se lo dedicaría a F quién siempre me hizo notar que debería escribir relajado y sin pensar en ese artículo de Beto Ortiz con diez recomendaciones acerca de como escribir maldito. No es la única recomendación que me dió pero para el post basta y sobra.

lunes, 24 de noviembre de 2008

ya?

ahora si??... vidaaaa!!

viernes, 21 de noviembre de 2008

¿Canta? ¿Obrajillo? Aquisito no má...



El siguiente es un fiel testimonio de lo que la frase "Aquisito no má" significa y los errores a los que te puede inducir, tanto de cálculo, como de expectativas, lo que se iba a convertir en un paseo para escapar de Lima y su panza de burro se convirtió en un trajinado viaje, donde el reposo y la paz que buscábamos encontrar nunca se hicieron presentes, pero al menos quedó una bonita anécdota.


Ayer, y luego de tener una pequeña pero productiva discusión acerca de los viajes largos y los peligros de las carreteras peruanas, y con las bolsas llenas de sanguchitos y fruta para el camino, enrumbamos hacia Obrajillo en mi vocho setentero, recientemente reparado (hace una semana le fallaba un cilindro y me botaba gasolina). Yo había estado antes en Santa Rosa de Quives, pero nunca había llegado a Canta, así que la meta era esa y además llegar a Obrajillo. Conocía que la salida era al final de la Túpac Amaru, y lo primero que pensé al llegar al final del limeñisimo Km. 22 fue "por dios, que fea esta la pista...seguro que mas alla se mejora"...craso error, creo que nunca se mejoró hasta cinco kilómetros antes de llegar a Canta. Me extrañó, porque yo recuerdo una pista tranquila y suave, ¿o será que cuando fui a Quives fue en una cuatro por cuatro y no en un vocho guerrero? de repente...prosigo, al entrar al Kilómetro 23 de la dichosa vía, no tenía la mas remota idea de a que distancia se encontraba Canta, solo recuerdo que me dijeron una vez "de acá de Quives, unos 30 minutos mas arribita...", claro que se olvidaron del pequeño detalle de 30 minutos en que carrito, a que velocidad, etc., etc., etc. Pero yo subí confiado en esa ancestral referencia. Después de casi media hora de viaje, cruzamos un letrero que decía "bienvenidos a Santa Rosa de Quives", "vaya-pensé-mas cerca de lo que recordaba", ese fue el segundo de una larga lista de supuestos erróneos para ese día. A mi lado, mi enamorada observaba el paisaje pues para ella si era la primera vez que salía por esta ruta. Al cabo de un trecho se nos hizo obligatoria la primera parada para satisfacer necesidades fisiológicas. Baño en un restaurante y la pregunta de rigor "dígame maestro, falta mucho para Canta?", "na'...te faltaran unos treinta kilómetros"... "gracias!"...(nota de autor: el restaurante estaba en el Km 38). Seguimos subiendo y llegamos a una bifurcación; una ramificación, la de la izquierda, iba hacia abajo y la otra seguía subiendo. Siguiendo la lógica de que íbamos en subida tomamos el desvío derecho y llegamos... ¡al lindo santuario de Santa Rosa! (pero sin salida a Canta), así que dimos la vuelta en U y regresamos dispuestos a tomar el camino correcto. En el giro un niño se nos acerca a ofrecernos chicha de jora "no gracias, estoy manejando, cuanto para canta?"..."ah...te faltan 39 km..." (¿qué?, ¿no era en el restaurante, diez kilómetros más atrás, que me faltaban treinta?) y seguíamos subiendo. Luego de Quives y de pasar su nuevo country club, una especie de "El Bosque" para Lima Norte (se veía bonito de lejos), entramos a una parte de la carretera donde el paisaje se pone agreste, tanto así que me deprimió un poco y como se alargo mucho, pensé por un momento en dar la vuelta. Si no fuera porque mi copiloto me decía que teníamos que llegar a Obrajillo porque esa era la meta, fácil que daba la media vuelta. A estas alturas ya íbamos como hora y media en la carretera y de Canta...ni el letrero, no se asusten, si iba hora y media era porque el vocho subía a 55 Km/h pero bajando a 25 en cada curva (las que habían cada 200 metros). Atravesamos un caserío, Km 75, “señor, cuánto falta para Canta?”… “media hora joven”… “Gracias”…y seguimos subiendo. A la altura del Km 94, un paisaje arcádico nos llama la atención: pasto, rocas y el río corriendo al lado de la carretera “y si nos detenemos acá”… “no negrita, mejor nos detenemos en el próximo poblado, fácil que es Canta”… seguimos subiendo. Hemos entrado en la zona de badenes, tremendas depresiones en la carretera, ¡y de subida encima!, en verdad no pensé que iba a tener estas complicaciones en la carretera, pasamos, uno, dos, tres, sin problemas… viene el cuarto…tremendo hueco, el vocho lo baja, lo empieza a subir…se me planta en la subida. “¡La cagada! ¡Nos jodimos! ¡Ahora nos quedamos atorados acá!”... arranco el vocho…no me responde…checo la gasolina, todo bien, me sobra más de lo que pensaba, me pregunto por el aceite, nada, los retenes fueron cambiados recién, la bajada del motor fue la semana pasada, no puede ser eso. Vuelvo a intentar…no responde, “¡carajos!, ¡no puede pasarme esto aquí!”…. bombeo…arranco…enciende….piso el acelerador a fondo…en primera sin soltar el embrague…enciende…suelto el freno de mano, aprovecho el primer impulso para salir disparado del badén…la hice…segunda…el carro comienza a cascabelear… “¡carajo!...no te plantes de nuevo…” bajo las revoluciones, regreso a primera, sube tranquilo…poco a poco voy tomando nuevamente impulso…pruebo segunda, no me reclama, avanza más tranquilo. Seguimos subiendo. Quiero llegar a tercera, pero la subida cada vez es más empinada, ni hablar, sigamos en segunda. “cuando lleguemos al próximo poblado damos la vuelta para regresar al paisaje arcádico y empujarnos los sanguchitos, ¿ya?”. Llegamos al próximo poblado, Km 101, “Bienvenidos a Canta” reza el letrero. “¡Lo hicimos negra! ¡lo hicimos!...¡lo hiciste vocho!...te has ganao mi respeto”. Entramos al pueblo por la avenida principal y cinco cuadras más arriba giramos hacia la izquierda para buscar ruta a Obrajillo. Sobre la pared en una esquina una flecha amarilla con bordes rojos indica “A Obrajillo”, la seguimos. Mas adelante nos espera una bajada inmensa, una vía de un solo carril prácticamente, afirmada pero maltratada, pareciera que por ahí se baja en burro nada más. Nos miramos y el silencio lo dice todo “¿Y si no sube de vuelta?”, la bajada es empinada, por lo que el temor de quedarnos abajo luego es perfectamente entendible “A la mierda, el que no arriesga no gana” y diciendo esto enrumbamos hacia Obrajillo. No deben ser más de dos kilómetros, pero cada metro que avanzamos hacia abajo, mi mente se pregunta si lo podré regresar. Trato de no hacerme mucha palta, pero el susto del badén ha sido demasiado. Mi negra me tranquiliza, todo va a estar bien, y yo le hago caso. Llegamos a Obrajillo, acabando la pista esta la plaza, al lado un pub que se ve bien bohemio, en las noches deben armarse buenas bombas acá. Estacionamos en la plaza, “vamos a dar una vuelta”…”¿ya estás más tranquilo?”…”todavía, voy a tranquilizarme luego de conocer la zona”…”esta bien, vamos”… caminando por los parajes encontramos un lado al costado del río, salvo por el bajo chichero de la música del fondo es lo que andábamos buscando. Nos sentamos a comer y pegamos una buena jateadita. Me despierto a la media hora, “negra, regresemos ya, no quiero que nos agarre la noche en la carretera y …me cago de miedo en la subida”… nos miramos, avanzamos, ya es hora de partir de regreso. Nos sentamos en el vocho, lo prendo. Comienzo la subida, mi temor está presente pero debo seguir adelante. Entramos a la trocha…el vocho sube normal, sin problemas, me preocupa un pequeño badén a mitad del camino, pero cuando llegamos a él lo atravesamos sin problemas. Llegamos arriba, Canta nos recibe y nos saluda de paso, ya tenemos que regresar a Lima, no es bueno subestimar una ruta nueva, además caigo en la cuenta que no hay postes en la vía, así que de noche no quiero estar por acá. Nada, seguimos andando, la bajada es mucho mas sencilla, mi copiloto se ha quedado dormida, no la fastidio, atravieso el badén que casi me juega la mala pasada en la subida, pero la bajada ayuda y lo pasamos casi sin sentirlo. Mitad de camino, kilómetro 58, llegamos a un poblado y nos detenemos a pedirnos un plato de trucha frita, no nos hubiéramos perdonado el regresar a Lima sin probarla. Seguimos bajando. Ya estamos despiertos los dos, y un improvisado canto de jarana nos ayuda a sobrellevar los últimos veinte kilómetros de la vía. Estamos en Lima casi a las 6 de la tarde, el sol ya viene cayendo. El trayecto se hizo sin contratiempos. A la casa de mi negrita.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Mea Culpa (reloaded)

Lo acabo de mencionar en mi último par de comentarios en el texto de Juez y Parte: mi semana ha estado sumamente ocupada (no diré ‘al mango’ porque hasta ahora no entiendo el significado de la frase) y con problemas de conexiones de Internet en la casa. Anoche tuve que subir una historia a Peru4teens para mi blog El Lado Oscuro de la Luna y solo escribí la tercera parte de ella. Estuve tentado a hacer una invocación pública para ver si alguien intercambiaba sus fechas conmigo, pero luego pensé que sería injusto avisar a último minuto. Por tales motivos, simplemente le doy una revisada al texto que colgué el 20 de mayo del presente en mi blog Rostros Sociales y lo suelto en la plaza mayor: El Vaso en la Tormenta. Lamento hacer esto, quizás alguien ya lo leyó antes (y si no, dense una vuelta por RS). Prometo meter fotos y videos al rato.

Por eso y muchas cosas más, ¡vamos a Las Cucardas esta Navidad!

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Antes que se vengan las sonrisas a ciertas caras y seudoargumentos a detractores, debo aclarar que el título no tiene nada que ver en absoluto con el poco fino verbo 'mear' (definido por la Real Academia Española como 'orinar', que a su vez significa 'expeler naturalmente la orina'). Me refiero a la frase en latín que es parte del Confiteor ('Yo confieso') para referirse a 'por mi culpa'. El texto original es el siguiente:

Confíteor Deo omnipoténti et vobis, fratres,
quia peccávi nimis
cogitatióne, verbo, ópere, et omissióne:
mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.
Ideo precor beátam Maríam semper Vírginem,
omnes Angelos et Sanctos,
et vos, fratres, oráre pro me
ad Dóminum Deum nostrum.

¿Nos estamos poniendo religiosos? Ni mucho menos, pero me vino hoy a la mente un episodio entre vergonzoso/gozoso mientras mis niños y yo visitábamos la biblioteca de la escuela para disfrutar de nuestro anual Book Fair o Feria del Libro. Aquel recuerdo fue sobre una experiencia que hace muchos años me abrió mas los ojos al fascinante mundo de la mente infantil y me dejo en claro lo peligrosas que son las ideas preconcebidas y los prejuicios. Por eso, decidí sentarme a reseñar algunos de estos episodios con los enanos que me han ayudado a cimentar un poco más mi carrera de educador (mucho mejor que cualquier curso o clase).

A riesgo de ser aburrido, esta entrada está dedicada otra vez para el mundo laboral más maravilloso del universo.
  • Era el 2003 y faltaban pocas semanas para que se acabe mi primer año escolar en los Estados Unidos. En mi debut, enseñé cuarto grado a un grupo muy simpático de chicos - cuando pienso que esos mismos son hoy muchachos de 16 me siento bien tío - en la escuela Lee Britain desde agosto del 2002 hasta mayo del 2003. Durante cierta época, llego la semana de la Feria del Libro, en la que ellos podían traer dinero de sus casas para comprarse textos, lápices, sellos o pósters de la biblioteca de Britain, así que muchos me pidieron permiso para irse de shopping. Habrá sido el día miércoles o jueves en que se me acerca Brenda R con lagrimas en los ojos porque se le habían perdido dos dólares y solo le quedaba un billete de cinco. La verdad es que la regañé (pero no muy intensamente) porque estaba claro que no había sabido cuidar su dinero. Le repetí lo que siempre decía: 'No dejes plata en tu escritorio porque alguien más se la puede agarrar', pero ella estaba con la cabeza baja escuchándome muy compungida. Recuerdo que le di los dos dólares y le susurre: 'Te presto el dinero que te falta pero me lo tienes que devolver después, ¿ok?' y ella me asintió con la cabeza. Cuando volvieron ella y otros compañeros de la biblioteca, les pregunté el recurrente 'A ver, muéstrenme lo que han comprado' y ellos entusiasmados sacaron sus adquisiciones de sus bolsas. Brenda esperó hasta el ultimo, se me acercó, saco su bolsa y me enseñó lápices con diseños bonitos y un juego de sellos multicolores. Además, saco un libro de Wishbone (el perrito blanco soñador de la tele), que estaba en el grupo de productos de un dólar (más impuestos) y me lo entrego tímidamente diciendo: 'Mr. Carpio, esto es para Ud., pero no se preocupe que aun así le pagaré sus dos dólares'. Se me hizo un nudo en la garganta y la abrace respondiéndole: 'Es un hermoso regalo, muñeca. No sé de que dólares me estás hablando pero no quiero oir nada de que le estas dando dinero a tu maestro... ¡gracias!'.

¡Brenda había estado llorando no por el valor de los dos dólares desaparecidos sino porque ya no me podría comprar el regalo que venia planeando desde su hogar!

  • Hace aproximadamente un año (seria marzo del 2007), todos los alumnos del cuarto grado estaban tomando los exámenes del TAKS (test del estado de Texas que mide las habilidades académicas año tras año). Las reglas con respecto a dichas pruebas rayan prácticamente con lo ridículo para garantizar su 'confidencialidad' y por eso es que ese día los niños no podían tener contacto con nadie más ni recibir visitas de los padres para que coman con ellos. Los llevé a la cafetería para que agarren sus bolsas de almuerzo y, en un momento en que me distraje, Brian G empezó un cuchicheo con su mamá (quien trabaja en la cafetería de nuestra escuela J O Davis) antes que ella le entregue su bolsa, la cual era distinta a las otras. Me puse, digámoslo vulgarmente, muy saltón porque me estaba arriesgando a mí frente a mis administradores ya que siempre se puede dar una sospecha de que el alumno le este preguntando al adulto algo relacionado al examen (el test toma cinco horas... una presión inmerecida para chicos de primaria). Le llame la atención a la progenitora por contravenir las normas del día de TAKS y durante el camino de regreso al salón me encargué de hacerle repetir a Brian si no sabía que con eso podía meter en problemas a todo el salón. Él, por supuesto, me aseguró - bastante cabizbajo - que sí y que por favor lo disculpe. Cuando llegamos al aula, Brian levantó la mano y me pidió permiso para acercarse a decirme algo. Muy seriamente le dije que sí y sacó de su bolsa un pedazo enorme de pastel de tres leches: 'El fin de semana fue el cumpleaños de mi hermanito y mi mama preparo tres leches y le guardo porque quería mandarle un poco, Mr. Carpio'. Esa fue otra vez que me sentí como un miserable.

- Lo siento mucho, Brian. No sé que te puedo decir, pero voy a llamar a tu mami esta misma tarde para expresarle mi gratitud. Muchas gracias...

  • Regresando al año 2002 (primera mitad del período escolar con mi primer grupo), pienso en aquella vez en que recibí un examen de uno de mis alumnos con muy baja calificación y firmado supuestamente por la mamá. Ahora bien, esa firma era un garabato muy básico hecho con lápiz, así que me apresuré en decirle a Antonio H: 'Esto lo has firmado tú'. 'No, Mr. Carpio, no es cierto'. 'Es imposible que esta sea la letra de un adulto y, además, por qué esta con lápiz?' 'Es que no había plumas en mi casa'. Hoy me siento mal de pensar en ello, pero por favor, ojalá nadie me crucifique porque estoy seguro que cualquiera que lea en estos instantes el blog y viese la hoja habría estado de acuerdo conmigo. Después de mucho discutir, le pedí su número de teléfono y le advertí que se quedaría sin recreo por un par de días por mentirme. Al llamar a la casa me contesto la mamá, y esta me respondió de la manera mas avergonzada:
  • - Sí, Mr. Carpio, yo se lo firmé apenas llegué y le regañé fuertemente porque le dije que él tiene que estudiar mucho y hacerle mucho caso a Ud. en todo lo que diga para que sea alguien en la vida... pues como ya se habrá dado cuenta... yo no sé escribir...


Estas son tres historias reales. Son momentos que recuerdo siempre muy despierto y que me hicieron ver desde el instante en que pasaron que el mundo no gira alrededor de mí. La situación en la que yo crecí no es la misma en la que crecieron y están creciendo mis niños... y sus hermanos... y sus padres. Por eso hablaba de vergüenza y de gozo puesto que aprendí de a pocos a no hacer caso a los estereotipos y a NUNCA JAMÁS emitir un juicio de valor sin conocer la situación completa.


Y esto es algo que no se aprende en ninguna universidad.


J

(Actualizado el miercoles 19 de noviembre del 2008).

La hora del lonchec... perdon, del videito. Gracias a los pedidos de nuestra querida Alexandra (no se me duerma... no se me duerma!) cuelgo el primero de una serie de muestras. Personalmente, este comercial me parece fabuloso. Es super polemico pues algunos infantes aparecen en situaciones chocantes y haciendo gestos no muy apropiados. Lo vi gracias a la escuela y se ha difundido por muchos paises. Quizas han tenido oportunidad de verlo en TUTUBO.com... se llama 'Children see, children do' ('Los ninhos ven, los ninhos hacen') y espero que genere interes.



(Actualizado el jueves 20 de noviembre del 2008)

Uno de mis videos de South Park favoritos. Aqui es muy comun el tema de los ninhos con ADD ('Attencion Deficit Disorder') o sea, con serios problemas de atencion. Hace algunos meses, Maria Luisa del Rio trato en 'Pequenho detalle' el problema de chicos a los que se les daba medicamento para mantenerlos tranquilos y concentrados. En este video, ustedes podran apreciar un revolucionario metodo para que ellos se puedan enfocar en su trabajo escolar. Algunos profesores agradeceriamos a veces que se implemente en las escuelas (mentira).




Una fotito de Halloween tomada el viernes 31 de octubre de este anho. Fijense en ese papazote vestido de Dexter (no me afeite adrede para propositos del disfraz) y sus dulces criaturas. Si se les ve un poco raros los ojitos es porque les mostre la pelicula 'The Ring' o 'El Aro' (habla Busco Cine!) y despues de ver el video ya no se lucian tan bien en las imagenes. No entiendo por que (solo la parara quien vio la pela). Viva Halloween por la recorococonch...!!!

martes, 11 de noviembre de 2008

¿Por qué no escribo? + Crímenes perfectos

Antecedentes

Tengo dos escritos en mi bandeja "borrador" que no están en la capacidad de salir, surcar algunas redes supervisadas por Echelon (1), y llegar a sus tiernas pupilas.

Y no solo es que son textos muy malos, sino que ya pasaron algo que se llama oportunidad histórica.

A favor tengo el hecho que siempre hay algo que decir y mucho que dejaré pendiente. Y bueno, fantasías con harto material para comentar, criticar, adorar, piratear, olvidar...

Sin embargo, lo que ha hecho que -un 24 de enero de 2007 a 15.38 horas (2)- me decida a escribir unas inútiles líneas es un texto de George Orwell titulado ¿Por qué escribo? (3).

Y si no fuera porque este señor lo escribió unos años antes, podría dar mi vida asegurando que el "Empujó la puerta y entró en la habitación. Un rayo amarillo de luz solar, filtrándose por las cortinas de muselina, caía sobre la mesa, donde una caja de fósforos, medio abierta, estaba junto al tintero. Con la mano derecha en el bolsillo, avanzó hacia la ventana. Abajo, en la calle, un gato con piel de concha perseguía una hoja seca" salió de mi mente un 12 de enero de 1985.

En mi época -léase, cuando pude haberme decidido a escribir- las máquinas de escribir todavía dominaban las hojas; y las computadoras, que asomaban tímidamente su ámbar seductor, solo conocían la fuente con la que hoy me presento (4). Ante tal negligencia estética -y descartando mi letra que confirma que no soy ni diestro ni zurdo- decidí no dejar impresa ninguna palabra más.

Ahora, los motivos esbozados por Orwell (egoísmo agudo, entusiasmo estético, impulso histórico y propósito político), creo tenerlos. Tal vez ahí se expliquen estas palabras: una suerte de manotazo de ahogado.

Formación (en estricto desorden cronológico)

* Un colegio masculino de curas, se hacían llamar hermanos, pero algo me dice que eran amantes.
* Una familia disfuncional.
* Una tropa scout huachana en decadencia.
* La discoteca del pueblo.
* El libro gordo de Petete (me enseñó a freír huevos)
* Nubeluz. Bueno, las piernas que veía en Nubeluz.
* Wilde, Saint Exupery, Cortázar y Quino. Si en esa época hubiese descubierto a Caicedo, Lucho Hernández o Pizarnik, hoy rezarían por mí.
* Apagones, coches-bombas, paros armados.
* El video "Boys" de Sabrina.
* Revista "Commodore", con la que hice de la Commodore 64 mi mejor amiga.
* Varios "slam", tratando de ser siempre original en las respuestas, y buscando las mejores para piratearlas en una siguiente ocasión. Por las puras, ella ni siquiera entendió lo que le escribí.
* Vacaciones útiles en Chancay con mi prima Marcela. Sí que fueron útiles.
* Profesor Obispo (no es joda, así se apellida) que me inculcó que no importaba que cosa estudie, siempre que fuera en la UNI. Le hice caso por casi tres años.
* Parchis chis chis. Me acaban de regalar un DVD con su canciones. (5)
* Una bicicleta Monark color azul, que me llevó a escenarios inesperados.
* Juego del doctor y la paciente con mi prima Ángela. Aprendí de anatomía lo que olvidé de pudor.
* La playa. Siempre la playa, en verano y en invierno. Siempre la playa, solo y acompañado. Siempre la playa, triste y feliz.

Situación actual

No escritor, porque no hay qué decir.
No escritor, porque no hay cómo decirlo.
No escritor, porque no hay en dónde escribirlo.
No escritor, porque no hay quién lo lea.
No escritor, por esas y muchas cosas más... y no iré a casa en ninguna navidad.

J^P, en su faceta de escritor frustrado.

Notas:
(1) Este tema de las conspiraciones y el espionaje siempre me han llamado la atención. Quién sabe si luego de interceptar los comentarios de los atormentados, EVELT esté en la lista negra de las organizaciones. Más info: http://es.wikipedia.org/wiki/Echelon
(2) Este texto lo escribí en la fecha y hora indicada. Escarbando en busca de un e-mail parricida apareció como por arte de magia. Lo leí y me pareció curioso que casi tres años después me sienta casi igual. Tal vez Nietzsche tenga razón y todo sea un eterno retorno.
(3) El texto en mención lo encontrarán en http://www.fundanin.org/orwell3.htm
(4) Algo tipo el actual Courier New. Adoro esta letra, por más "fea" que se le vea.
(5) Curioso regalo, lo habré visto tres o cuatro veces desde que me lo dieron. Una vez comenté que de chico me gustaba y bastó para que la persona que me lo obsequió pensara que era el regalo ideal. Siempre digo en voz baja y a gritos que quiero un moleskine, y ni siquiera me han preguntado cómo se come.

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Crímenes Perfectos

(Actualización del 13/11/08, debido a los últimos sucesos acaecidos con las cabezas de EVELT)

Lo que era solo un juego, un mirar de lejos, un simple comentario o pura joda, sobre las redes de espionaje, es una palpable realidad para la comunidad (hoy considerada toda una organización delictiva por los echelones) de El Vaso En La Tormenta.

Después que el brazo operativo de la organización (léase, Vida Tercera) cayera en cuenta de la magnitud de lo sucedido sentenció: "si caigo caemos todos!!!!" (copia textual de una ventana del messenger en conversaciones con la number one, para que vean que en este mundo, TODO SE SABE)

Pero basta de tanta cháchara, pasemos a lo sustancial.

eveltpresos

Todo empezó con el "inocente" juego del billete de $T 30. Y es que Vida Tercera se dio cuenta del potencial -en estas épocas en donde el curso del US$ es incierto, las bolsas están en picada y la recesión mundial ya se siente- del pequeño invento. Además, ya se había comprometido a entregar un billete de $T novísimo al ganador del banner. Pero igual en su cabeza rondaba la idea de inundar la ciudad con su creación.

Ya con los dos lados del billete terminados en Photoshop, se dispuso a imprimirlos. Lado A, conforme, en sus ojitos se podía leer un $T. Hora de imprimir el lado B... Pero la impresora no respondía. Extraño, mandar a imprimir de nuevo... Nada... "Ok, mejor cierro el programa y lo vuelvo a abrir", pensó, pero nada de imprimirse. Refunfuñó pensando que era el Windows y reinició la PC. Pero nada, no imprimía el bendito lado B.

Lo que ella no sabía era que Echelon también lee nuestros pensamientos y ya sabían lo que quería hacer y mandaron un mensaje a la impresora para que se revelara y no sea parte del fraude. Si lo hacía, su cabezal sufriría las consecuencias. Así es señores, estas redes de espionaje hasta chantajean a las impresoras.

Pero Vida Tercera no se dio por vencida y la número uno de la "comunidad" (eufemismo creado por el ideólogo de la organización, Dante (a) Blogger Faltoso), conocida bajo el nombre de Diana, recibió el archivo para proceder a imprimir, en otro local y en otra PC el dichoso lado B. Lo intentó una, dos, tres, sesenta y nueva veces, y en eso, en vez de ver por fin el billete imprimirse se abre la siguiente página web: http://www.rulesforuse.org

Ya todo estaba consumado. Sus IPs, sus nombres, números de DNI, fechas de nacimiento, dirección, teléfonos, tarjetas de crédito, fecha de su primera comunión, toda, absolutamente toda su información estaba en manos de los "grandes". Y no solo la de ellas, sino la de cada uno de nosotros, y la tuya que estás leyendo en este momento. Un destello del monitor captura tu iris y ya estás registrado.

Leyendo la página en cuestión encontramos estas explicaciones:

¿Qué es el CDS?

El sistema de disuasión de las falsificaciones (Counterfeit Deterrence System, CDS) está basado en tecnologías contra la falsificación que impiden que los ordenadores personales y los programas de tratamiento de imágenes digitales procesen y reproduzcan imágenes de billetes protegidos. El CDS imposibilita que se realicen reproducciones de billetes no autorizadas y protege a los particulares y a las empresas de las pérdidas que les pudiera ocasionar aceptar falsificaciones.

¿Permite el CDS la intromisión de las autoridades en la intimidad de los usuarios?

No. El CDS se ha creado únicamente para impedir la reproducción no autorizada de billetes con ordenadores personales y con programas de tratamiento de imágenes digitales. El CDS no permite identificar al usuario de un ordenador personal ni de programas de tratamiento de imágenes digitales. Terceros independientes están llevando a cabo pruebas para verificar y confirmar que el CDS no afecta a la intimidad de los particulares.

Texto completo en: http://www.rulesforuse.org/pub/index.php?lang=es&page=faq#q4

¿Se fijaron? Terceros independientes harán pruebas para que el CDS no afecte nuestra intimidad. Nos encanta su respeto por la privacidad de los atormentados.

Bueno chicas, saluden a Magaly. Bueno chicos, ojalá nos toque la misma celda. Eso sí J, tú estás jodido, a ti te llevan a Guantánamo.

Solo nos queda decir: ¡LO LOGRAMOS!

EVELT pasó a las ligas mayores. Gracias Vida, gracias Diana.

J^P, desde la clandestinidad.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¡Feliz cumpleaños ALBOROTADA!

¡Feliz vigésimo tercer cumpleaños!

Guárdame los tequeños!!!

Y a ver que si el hecho que hay un post con tu nick te anima a que publiques.

J^P

jueves, 6 de noviembre de 2008

CONCURSO BANNER

Listo atormentados!!!
Estas son las propuestas que hemos recibido, voten por la que prefieran.
La votación se cerrará al final del día lunes 10 de noviembre.

Opción A


Opción B


11.11.08
RESULTADOS:


Opción A - 8 votos.
Opción B - 6 votos.

Nuestra ganadora es...GI!!!

lunes, 3 de noviembre de 2008

SIN DESTINO


Antes de comenzar este post, tengo que pedir disculpas públicas por postear 45 minutos antes del final del reinado del "Busco Post", o era esto o postear a las doce desde mi casa, pero mi maratónica sesión laboral no me da para más y tengo que recuperar sueño (harto). Así que con las disculpas del caso, ahi vamos...



Tomó el volante del auto, encendió y enrumbo con destino incierto. Ni siquiera sabía hacia donde iba a parar, solo sentía la necesidad de salir de la ciudad, tomar la carretera y enrumbar en ese viaje, solo. Y es que a veces le sucedía así, de un momento a otro, su espíritu inquieto, casi índigo, lo arrastraba sin mayor compromiso ni audiencia a su conciencia. Debía apartarse a meditar, aquello había sido demasiado y tenía la cabeza demasiado caliente, necesitaba enfriarla.

Aquella mañana el movimiento semiautomático de su mano para apagar el despertador, lo había puesto en alerta, a medida que recobraba la conciencia podía escuchar claramente lo que sucedía al otro lado de la pared. Era un cuchicheo, pero no era un cuchicheo cualquiera, podía jurar que las voces al otro lado eran tan finas como un zumbido y no necesariamente por el efecto de los treinta centímetros de muro que separaban una habitación de otra. Trató de refrescar nuevamente la cabeza, aun dormitada por el efecto de la madrugada que recién estaba espantándose. De repente la pudo escuchar, su voz se elevaba claramente por encima de las otras, más, por decirlo de alguna manera, pequeñas. No pudo percibir claramente a que se refería la conversación, solo pude descifrar, entre otras pocas cosas, que aquel vecino callado, debía salir pronto. En un comienzo pensó que se estaban refiriendo a él, sin embargo, hizo un poco de memoria y reconoció que cruzaba poca, por no decir casi nada, comunicación con su vecina de al lado. Sin embargo el pensamiento lo inquietó. La última vez que la vio, se cruzaron en el parque; ella andaba distraída por andar cuidando a su perro, un pequeño y gris ejemplar canino, que más llamaba a la risa que al respeto que pudiera ofrecer un cuidador de su raza.

Iba recordando todo esto, mientras salía de la ciudad, el cajero del peaje con su ronca voz solicitándole el pago respectivo, lo regresó a la realidad. Cayó en la cuenta que había estado manejando ido, que había colocado el pie en el acelerador y se había confiado de la monotonía del camino. Eso había sido peligroso, andar divagando mientras viajas a más de ciento cincuenta kilómetros por hora puede traerte no gratas sensaciones, sobretodo si a esa velocidad decides dar un giro inesperado al timón por algún animal que se te cruce, o creyeras que se hubiera cruzado. Habría conducido alrededor de una hora cuando decidió dar vuelta al camino en la siguiente desviación. Avanzó un par de kilómetros más adelante y dirigió el auto en la dirección que señalaba el letrero, sin siquiera reconocer en donde se encontraba. La ruta llana que había venido recorriendo se trastocaba a medida que avanzaba por el desvío. Crecían los cerros al lado del camino, presenciaba el nacimiento de montañas, ahí donde la espina de la cordillera iba surgiendo. El camino buscó la compañía de un río, y ahora podía darse cuenta que estaba entrando en un valle. Verde. El verde del paisaje lo tranquilizaba, era casi medio día y aún no encontraba ningún pueblo donde descansar y almorzar a esas alturas del camino.

- ¿Ya te piensas detener?

La súbita aparición lo asustó y por un momento sintió que el carro se ladeaba, ante el giro de sus manos inquietas.

- Ya te he dicho que no me asustes de esa manera, al menos podrías avisar que vas a aparecer.
- Es que le quita la gracia y siempre me deleito con tu cara de sorprendido – contestó ella, desde el asiento de atrás, esbozando una fugaz pero certera sonrisa.

Su cabellera negra revoloteada como por el viento tapaba la visión de la parte de atrás, del camino que iban dejando, bajó un poco su ventana para que entrara aire fresco.

- Será mejor que no apartes los ojos del camino
- No los aparto nunc….

La interrupción debida a un tronco que acaba de pasar por encima lo hizo reconocer, no sin ruborizarse, que efectivamente se había distraído, pero no prendado de ella. Estaba tratando de reconocer en su gesto el porqué de su aparición esta vez. Hacía mucho que no la veía, y siempre sus apariciones, esporádicas, intermitentes, le dejaban un mal presentimiento. Trató de distraerse, esta vez tenía claro a donde iba, donde pudiera escapar de aquella conversación tempranera, lo más lejos posible, tal vez sin siquiera tener la intención de pegar la vuelta ese mismo día. Ya sabía, iba a perderse arriba, buscar un lugar arcádico y echar a perder su mente en la infinidad de divagaciones absurdas que este escape pudiera brindarle. Sin embargo, no podía darse a la bartola, pues ella había vuelto aparecer, justo cuando había lanzado la moneda y había caído del lado de la sensatez, a ella, visión antagonista, disecadora de momentos, no se le había ocurrido mejor idea que lanzar nuevamente sus hilos y colgar lo mejor que podía la red de los arneses imaginarios que pendían de su cielo. Y cayó en la red.

- ¿Tú sabes a lo que se referían?
- No más de lo que pudiste entender.
- Pero ellos no sabían que estaba allí, escuchando, ¿o sí?
- Nadie se los dijo, pero eres tan predecible…además, a esa hora siempre estás en tu casa.
- Si estoy en mi casa es porque no tengo otro lado donde andar – contestó casi espetándolo.
- Deberías intentarlo, amanecer alguna vez en otro lado.
- ¿Y a donde crees que voy?
- A algún lugar, solo.
- Si me lo permites, claro.
- Tú sabes que ya me voy a ir y no apareceré.
- Lo mismo me dijiste aquella vez.
- Esta vez es cierto, ya no volverás a verme.
- Ojala.
- ¿Qué pasa? ¿ya no quieres verme?
- Tal vez.
- Ahora no me han dado permiso, me he escapado. Si supieran que estoy aquí, es seguro que me perseguirían, y a ti conmigo.
- Pues no debiste haber venido.
- Necesitaba verte, sabía lo que habías escuchado. Tenía que tranquilizarte.
- Ya lo hiciste, ahora, por favor, desaparece y si tienes la intención de volverme a asustar, al menos avisa. Ya sabes que no me gustan tus apariciones súbitas, trucos baratos de magos gitanos.

Ella guardó silencio, un silencio triste que duró varios segundos, lo había acompañado media tarde y ahora el sol radiante que dejó atrás, se iba ocultando por nubes negras que amenazaban volcar sus gotas de lluvia. Lo que más le preocupaba de este panorama era el saber que sus llantas estaban gastadas. Aquellas llantas que le habían servido para mantenerse firme sobre el camino tanto tiempo, estaban ahora gastadas, y no sabía si soportarían o evitarían el patinar en una pista mojada, lisa. Sin embargo, avanzó confiado, aunque bajó la velocidad. Una rápida y furtiva mirada por el espejo, le hizo caer en la cuenta que ella ya no estaba. Un suspiro de alivio busco escape por su boca y siguió avanzando. Sin embargo, a medida que avanzaba, meditaba en su corta conversación. Poca, muy poca, sin embargo, consideraba, lo justo. Sin mucho ni poco. Ahora nuevamente sus llantas gastadas volvían a llamar su atención, la lluvia ya había comenzado y era persistente, insistentemente caía sobre su parabrisas y dificultaba su visión. No podía seguir avanzando por lo cual tuvo que detenerse al lado del camino, no había tenido la precaución de cargar un paraguas (nunca lo lleva), así que encontró un periódico viejo y bajó del carro, cubriéndose la cabeza, corrió debajo de la lluvia, y se montó a horcajadas sobre un tronco viejo bajo un árbol frondoso, de esos que no dejan pasar la lluvia. El tronco era lo suficientemente grande, por lo que pensó conveniente echar una siesta. Había manejado mucho, y en realidad estaba cansado. Sentía que no llegaba a ningún lado. Cansado, ningún lado, cansado. Se quedó dormido. Al despertar la vio, con su negra cabellera al aire, mojada por la lluvia agonizante, y sus ojos fijos en él. La estampa la había visto antes, en alguna parte, le llamaba un recuerdo, pero no podía hacer memoria de donde. Se apeó del tronco, y lentamente, le extendió sus manos. La lluvia paró y con ella, el tiempo.