Introducción
Ok, reconozco que el título del post y el subtítulo, así, juntos, sin explicación previa, pueden llevar a tener una incorrecta idea de lo que será este post. Simplemente se hablará del pene. No de alguno en particular. Y ojo, no es que sea un penólogo, ni que conozca muchos como para dar cátedra (ya veo a alguno uniendo cabos y buscando que tanto he escrito sobre Daniel).
La idea nació hace unos días conversando con grupo de amigos. Me di cuenta que es un tema que gusta a la gente, y del cual se sabe poco o nada. Así que me impuse la titánica tarea de recopilar algunos mitos, algunas verdades, varias curiosidades, una que otra especulación, y, cómo no, la auto observación. Así, sin más, el pene.
¿El tamaño importa?
Definitivamente el tamaño es el tema que más preocupa a los caballeros. Y por más que se hagan los desentendidos, ahí están haciendo ejercicios para alargarlos, comprando pastillas para engrosarlo o usando aparatos para agrandarlos.
Los especialistas (léase médicos, sexólogos, teóricos) dicen que no importa. Que lo que prefieren las damas es el rendimiento, la performance y no el tamaño. Lo repiten, insisten; y ya pues, habrá que creerles, total, para eso han estudiado, para eso se han especializado, para eso están: para que nos digas las cosas como son, para que destruyan los mitos. Así que ya sabes: el tamaño no importa.
Las especialistas (léase esposas, novias, amantes, gays, las no teóricas) dicen que sí importa. Claro, bacán el tema del rendimiento, importantísimo lo de la performance, pero –bajo ningún aspecto- minimizar el tamaño. Es una variable, y la más importante. Lo repiten, insisten; y ya pues, habrá que creerles, total, para eso han practicado, para eso han disfrutado (o sufrido, según se le mire), para eso están: para que nos digas las cosas como son, para que destruyan los mitos. Así que ya saben: el tamaño sí importa.
¿A quién le hacemos caso? Una amiga lo ve sencillo: si el tamaño no importa, ¿por qué siempre hacen los consoladores de tamaños más grande que el promedio humano? Si una chica se consigue uno ten la seguridad –me increpaba- que no se comprará el de tamaño “normal” (que ni siquiera hay), siempre elegirá uno de mayores proporciones, tal vez no el más grande, pero sí que supere al de cualquier ocasional amante.
Marco Aurelio Denegri declara tres cosas que son más importantes que el tamaño del pene. Uno, la erectibilidad. Dos, la durabilidad. Tres, repetibilidad. En buen cristiano: que se te pare, que no te vengas al toque y que tres al hilo es una necesidad, no un mito. No sé si esto es un alivio o no. Bien chistoso Denegri, dice tranquilos el tamaño no importa, solo esto, esto y esto. Es un abuso, cada ítem es más titánico que el anterior.
Pero, aunque no lo crean, también hay quien defiende los tamaños pequeños. En Perú.21 del 03/12/08, Esther Vargas cita a Gabriela Wiener (autora del libro Sexografias y varios artículos sobre swingers en Etiqueta Negra): “Más vale pequeño que grande porque las vírgenes, las estrechas y, sobre todo, las amantes del sexo anal no solo agradecemos uno pequeño sino que lo convertimos en objeto de culto y reverencia”.
Hasta acá el tema de los tamaños, queda pendiente lo de la raza y los tamaños: ¿los negros las tienen inmensas? ¿los asiáticos mínimas? Si alguien nos puede dar opiniones de primera mano, se agradecería. Ya saben, hay que tumbar mitos.
¿Qué? ¿Que no queda claro si el tamaño importa o no? ¡Ya pues! Con mis ¿cumplidores? X centímetros tengo que hacerme el loco. Mejor dejarlo ahí, en duda.
Diphallus
Es que este mundo es de locos. Si ya nos estamos rayando con el tamaño y rendimiento del único pene que tenemos, imagínense que sería si tuviésemos dos. Pues hay quien los tiene. Saquemos cuenta: se dice (no encontré ninguna información seria al respecto) que uno de cada 5,5 millones de hombres tiene diphallus. A ojo de buen cubero, si en Lima somos más de 7 millones de personas pues debe haber uno dando vueltas por ahí. Es más, en nuestro querido Perú de cerca de 27 millones de habitantes, deben haber sus 4 o 5.
Al menos se conoce a uno y es de Bagua: José Luis Coronado. Se hace llamar Pepito Dos Cañones y durante un tiempo fue la comidilla de diarios chichas, vedettes en busca de promoción y hasta algún productor de pornos lo estuvo tentando. Su fama transcendió fronteras y fue entrevistado por Susana Giménez y Tinelli en Buenos Aires.
Esta duplicidad de penes provoca una serie de preguntas y dudas que van desde la incredulidad hasta el morbo. Hay alguien que no tendría problemas en “ver para creer” y hacer esas preguntas morbosas: Jaime Bayly lo entrevisto en el 2007 y dicha entrevista está por toda la red. Así que si les gana la curiosidad, vía YouTube o Google pueden satisfacerse.
Juececito
Casi nadie dice pene. Hay toda una gama de palabras para referirse a él. Como que la palabra pene en sí, es sosa, sin gracia, aburrida. Pero no basta con tener decenas de palabras para hablar genéricamente del asunto. Los hombres y las mujeres también bautizan a sus penes. Y hay de los nombres más curiosos.
Empecemos por llamar al pene con el diminutivo del nombre del caballero en cuestión. Entonces, ando feliz con Juececito, pero cuando la novia se enoja hace un cambio y se transforma en Partecita. Venganza femenina.
Hay también quienes se ponen creativos con esto de los nombres. Eso sí, acá encontramos una diferencia entre los hombres y las mujeres. Mientras los primeros prefieren apodos del tipo Rambo, Exterminador, o cualquier palabra que implique una reivindicación de su masculinidad, las mujeres prefieren apodos más dulces –por llamarlos de algún modo-: mi juguetito (antes de), mi juguetote (después de), mi Mike Tyson, mi delichoco piru lindísimo. Fijarse en el “mi”que suelen usar ellas. Una aclaración: los sobrenombres acá indicados han sido referidos en su totalidad por amigos, para que no piensen que me los voy inventando. Incluso el cine da su aporte: Por ejemplo en “Alguien tiene que ceder” el de Harry Sanborn (Jack Nicholson) se llama Mr. Midnight o en “Como perder a un hombre en diez días” la maleada de Andie Anderson (Kate Hudson) le baja la moral a Benjamin Barry (Matthew McConaughey) poniéndole de apodo “Princesa Sofía”.
Ahora, si ustedes se sienten muy orgullosos del nombre de su pene (o el de su pareja) acá les paso el dato de una empresa en la que pueden registrar dicho apodo y obtener un certificado de autenticidad para nombres de pene: http://www.nameyourwang.com/
¿Qué? ¡Tú pene no tiene nombre? ¡Ya pues! Acá te doy una ayudita: una página web en donde con ingresar tu nombre de pila, te generan uno automáticamente. La dirección es http://www.blogthings.com/penisnamegenerator/ Por cierto, a mí me salió King Kong. :)
Se acabó (¿Qué? ¡Ya?)
No, no, no hablaremos acá de la eyaculación precoz. Lamentablemente el post se ha alargado demasiado. Así que debemos cortar la disertación.
Pero quedan hartos temas por tratar como el mencionado de la eyaculación precoz, los casos de penes cortados, penes famosos (y hasta santos), la disfunción eréctil, las razas y el pene, el Viagra, gays (cuando los penes buscan penes), el pene después de los 30, de los 40, de los 50, y varios otros aspectos que están en el tintero. Y por supuesto, el aporte que puedan dar a través de los comentarios, que será más que valioso.
J^P