viernes, 24 de abril de 2009

KISS: Crónica de un des-concierto

Y llegó el día del concierto. Empieza la mañana y termino de ordenar las cosas para –al contrario de otras ocasiones- llegar temprano al evento: cancelar cita con mi sicóloga, confirmarle a mi jefe que trabajaré hasta la una de la tarde. Tengo un lugar seguro en donde siempre guardo entradas, pasajes, documentos u otros papeles importantes. Y si bien tengo la seguridad que ahí están, de tanto en tanto reviso para confirmar que no he perdido lo imperdible. Vuelvo a ver si tengo la entrada en mi lugar seguro, y ahí está. Nunca había comprado una con tanta anticipación.

El grupo de gente que asistirá conmigo es algo numeroso:  mi hermano y cuatro amigos, dos suyos, dos míos. Todos se han animado recién el lunes, y obviamente no tienen entradas. Las compraré vía web y que me las lleven a la oficina. Pero la página de TuEntrada no me las quiere vender. Imagino que por la cercanía al show. El asunto es que ya no se pueden comprar las entradas por este medio. “En fin, el mismo martes a primera hora voy y ya”, me dije. Sin embargo, no hay, “están agotadas”, me dice la señorita de Plaza Vea, ofreciéndome otras a 92 soles. Busco seis entradas y no hay una sola. Solo queda ir a comprarlas antes del concierto. Bueno, no es la primera vez que lo hago. Además, tengo tiempo para ir temprano, así que tranquilo. Y siendo un poco egoísta me digo que al final de cuentas los que se demoraron en decidir ir al concierto fueron ellos, yo ya tengo mi ticket. Pienso un poco más y hasta imagino que tal vez las consigan a mejor precio, grrrr, reniego.

Regresando al martes, tres de la tarde buscando un polo negro para usar, y caigo en la cuenta que no tengo uno solo. Salí al Plaza Vea que tengo a dos cuadras de casa, y solo había uno, aunque la leyenda era algo graciosa: "Quiero ser fiel pero el destino me lo impide". Tres y media y ya estaba listo, a llamar a todos para coordinar. Coordinado. Seis de la tarde en las afueras de Radio Nacional. Bastante más puntuales de lo que esperaba, fueron llegando uno por uno. Los revendedores todavía se hacían los difíciles: compran, no venden. El ambiente de fiesta era increíble: hartos polos a quince soles, latas de cerveza a tres por diez, pintacaras y carapintadas, y hasta un kekiss, un keke en bolsa de Kiss.

Ya está oscureciendo, mucha gente alrededor. 90 soles la popular que me costó 48. Un amigo –docto en la materia de comprar entradas 15 minutos después de empezado un concierto- dice que hay que esperar que los precios bajen, mientras tanto, una ronda más de tres por diez y esperamos que les pinten la cara a otro amigo y a mi hermano. El asunto de las pintadas demora regular por la gran cantidad de gente que espera por su disfraz; así que, ya sobre las 7.30 p.m., damos una vuelta más para ver cómo están los precios. 120 soles, parece que todos se han puesto de acuerdo, y de hecho que sí, tienen celulares con los que se pasan el dato de cuanto cobrar. “Se aprovechan que la gente está algo inquieta”, nos decimos como para darnos un respiro y esperar que bajen. Cuando le contamos a los otros, la cosa se pone algo tensa. Mi hermano, que vino desde Chiclayo, está inquieto, todos lo tranquilizan: ya bajarán. En el fondo pienso, hasta 90 atraco, porque -yo de buena gente- le ofrecí regalarle la entrada a mi hermanito por su último cumpleaños. Al parecer ya empezó Leucemia, se escucha algo de bulla. Hay más gente que hace un momento, siguen llegando, las colas para las pintadas de cara están alucinantes. Todos lo canales de televisión están presentes, a mi hermano lo graban en plena pintada los de Enemigos Íntimos y le preguntan un par de tonterías. Ninguno de nosotros lo verá. Que llame a mi mamá para que lo grabe, me dicen todos. “No logro comunicarme” les respondo con celular en mano (en realidad ni lo intenté). “Fácil que entre tanto material ni lo sacan.” Creo que le estamos dando tanta importancia a estas tonterías porque en el fondo tememos no encontrar entradas. 8.20 pm, caras ya pintadas, colas interminables para entrar, revendedores sin entradas populares, hasta que encontramos uno: 150 cada una y solo tengo tres.

Se acerca la hora del show, 9 p.m. Todo es festivo alrededor, cada vez hay más gente, ya empezaron las rebajas: polo más chela 13 soles. Pintada de cara más polo, 15 soles. Los kekiss volaron, y una señora se pirateó la idea: panes con pollo a sol cincuenta y en las bolsitas blancas ha puesto con plumón y letra estrafalaria KISS. La gente grita, corre, las colas en vez de reducirse crecen, ya perdí las esperanzas de pagar menos de 100 soles por la entrada de mi hermano, pero queda una posibilidad: “que empiece el show y van a ver como bajan”, dice el amigo de mi hermano. Uno de mis amigos me dice, “vende tu entrada a 150 y nos invitas un trago en el Queirolo”. Los demás lo abuchean, no quieren darse pon vencidos. La idea no me parece nada despreciable. Mi hermano, ayudado por el alcohol que ha tomado, está más ansioso aún, buscando culpables del ya casi evidente fracaso de la noche. Los demás, nos tomamos las cosas con calma, si se puede chévere, sino, normal. Pucha, yo quería entrar, ummm, ¿si me hago el molesto, y digo que me voy a casa, pero entro? No, no sería capaz de hacerlo, no soy capaz de hacerlo. Mi hermano sigue jodiendo...

Veo mi celular, y ya son 8:59 p.m. Les voy a comentar -entre puro revendedor que quiere comprar las entradas que te sobran- que ya son las nueve, cuando se escucha una explosión, miramos al estadio, y la bulla es evidente, acaba de empezar el espectáculo. “¡Qué puntuales!”, digo. Mi hermano está insoportable, sus amigos tratan de tranquilizarlo. Mis amigos ya están alucinando lo que harán con el dinero de la entrada que venderé. Y yo... ¿y yo? No sé qué pensar, no sé qué hacer. Las colas siguen interminables, al combo del polo y chela le han agregado un "pancho". La fiesta sigue afuera, pareciera que nadie a entrado al estadio, hay demasiada gente, muchos como nosotros, sin entradas, ya tiraron la toalla, están cheleando, 9:15 p.m., los revendedores siguen buscando entradas para comprar, le pregunto si tiene de popular: sí, 180 flaco, me responde. "Vámonos" dicen mis amigos, los demás asienten, miro a José, y veo su cara de frustración, de tristeza, de pena, "¡mierda!" me digo a mí mismo, saco la entrada, y se la doy, "entra" le digo. Mi relación con él nunca ha sido buena. Si bien el alejamiento ayuda a que nos llevemos mejor, las cosas siempre son complicadas. Ver como cambió su rostro me hizo sentir bien, no creí ser capaz de generarle tanta alegría. Me abraza, y le digo "métete antes de que me arrepienta, lo que tienes en tu mano vale casi 200 soles". Desaparece. Miro a los otros, y les pido que no me digan nada. Solo que me sigan. Las explosiones en el estadio seguían, la algarabía afuera seguía, el tipo vendiendo la última entrada popular que le quedaba a 180 seguía, el mundo seguía... sin importarle que yo estuviera afuera cuando en el fondo creía que lo justo era que estuviese dentro.

Me siguen, subimos a un taxi, y nos vamos al Mavery, un agradable lugar donde se come buenas pastas y una empanadas exquisitas. Y bueno, todos nos miraban gracias al carapintada. Empanadas, pastas y vino. La velada fue muy agradable, con conversaciones interesantes, bromas por doquier y brindis vanos. Al borde de la medianoche damos por terminada la noche. Al salir, nos despedimos, uno a uno fueron tomando sus taxis hasta quedarme solo. Estaba a una cuadra del malecón de La Marina, así que crucé la Av. Del Ejército y llegué hasta un solitario mirador que ha sabido escucharme en múltiples ocasiones.

La noche estaba fría y una melancolía incomprensible me estaba invadiendo. No había una copa de vino que acompañe. No había una taza de café. No había siquiera una coca-cola helada. Lloré por un rato celebrando mis fracasos. Las olas iban y venían sin cesar. Los luces de los carros pasaban a toda velocidad. La cruz de Chorrillos estaba más luminosa que nunca. Se me acerca un sereno, me pregunta si estoy bien, le respondo que sí. Me queda mirando, me incomoda un poco. “Mira amigo, si estás triste no es una buena idea que estés acá, tú sabes, la gente siente la tentación de tirarse”, dice mas incómodo que yo. “Gracias, chau”, le respondo. Acaba la noche para mí.

J^P

13 comentarios:

Coco dijo...

Obviamente no te tiraste del acantilado y nos encandilaste con este relato, me has movido el bobo, siendo sinceros, creo que yo si hubiera entrado y dejado atràs a los que no consiguieron nada, en el extremo, y viendo el sacrificio que hiciste por tu hermano, facil le ponia sus 180 soles y entrabamos juntos.
yo no llegue a ir. me tire para atras. mi sobrino queria ir, pero dudada que con nueve años pudiera colgarlo de mis hombros y soportarlo (y que lo soporten desde atras) durante dos horas...pero ganas no me faltaron.
recogi a mi flaca de su chamba que quedaba a dos cuadras ahi y tuve toda la intencion de pararme donde las tias de sur a comer el rico anticucho para aunque sea ganarme con la bulla desde afuera. Naranjas! no habia pase. Para la proxima sera. Cachacientamente, mientras doy la vuelta al estadio, comienzan las danzas de fuego artificiales en el cielo. Piso el acelerador y entro raudamente a la via expresa, si me quedo cinco minutos mas mi corazon comenzaria a llorar.

Coco dijo...

por cierto, estaba preparando un cuento para postear hoy, pero me ganaste por puesta de mano. lo programo para dentro de cuatro dias (ya q no hay postor) :P

Anónimo dijo...

No me tiraría del acantilado, ummmm... al menos de ese no, jajajaja.

¡Cuento! Perfecto, desde ya te tomamos la palabra estimado Coco.

J^P

Renzo dijo...

¡I waaaanaaaaa rock n' roll all night!

Yo si fui, cortesía de (¿?) quién amablemente cedió su tarjeta de crédito para una entrada en Creatures of the night...

J^P.
Tengo una regla: Mientras más gente haya más posibilidad de fracaso existe.

El viernes estuve en el Mavery con F pero la cámara me traicionó y no pude tomarle la foto de rigor.
(al plato obvio)
(aunque me moría de ganas de tomarle al foto a ella también) Daaamnnnnn...

Alborotada dijo...

yo hubiese vendido mi entrada....

y no se si eso es lo q buscabas, pero con tu relato he llegado a agarrarle algo de antipatia a tu hermano.... xq, por mas q lo hayas invitado ¿quien se alegraria x obtener una entrada de esa manera?, yo no....

de ese acantilado no?.... de cual entonces?

icaroperu dijo...

pucha yo dudaria de darle una entrada asi a mi hno. pero yo le diria "toma la entrada y arranca mismo piraña, antes q me arrepentienta y venderla pa las chelas"

Aldo dijo...

Loco lo siento te lo perdiste yo si fui y me diverti como chancho.
Te puedes semidesquitar el jueves

Unknown dijo...

Por eso no tengo hermanos jaja, historico grupo, tentadores acantilados, vino y soledad, que mas podías pedir... bueno haber entrado al concierto

buen relato

Anónimo dijo...

Busco Cine:
Un colorario a la regla: Mientras menos gente haya y se fracase, más deprimente es el asunto.

alborotada:
De cualquiera que no me haya traído instantes de felicidad. Por cierto, un chiste monse al respecto: ¿Cómo se dice han hecho el amor en este lugar en chino? Pues, precisamente: Acantilado.

icapoperu:
Pues, igual se llevó la entrada, e igual tomé las chelas.

Aldo:
Pensaba desquitarme con los Café Tacvba pero al parecer tanta gripe A H1N1 (vaya nombrecito) les impedirá venir. Pero con 12 segundos de oscuridad tengo de basta y sobra.

Sofía:
Pucha, no tener hermanos, ¡buena idea! Jajajaja. Ya hasta estoy tentado a buscar una revista que tengo por ahí y habla de los sicarios en el norte...

J^P

aLexandra dijo...

noo, antipatía a tu hermano no, sino a los tarados de sus amigos.

:)

Pepe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
icaroperu dijo...

.... q paso la gentita se durmio ya pes q alguien postee algo ... a este paso voy a tener q postear algo (no sera una obra maestra voy adelantando) de mis desventuras en el camino de la vida ja ja ja ja ja ja haber si alguien se manifiesta por lo menos Dante ....

caty dijo...

ummmmmmmmmmmmmmmmmmm, un sublime cuento, realmente hiciste un buen acto de fraternidad pero "yo me hubiera tomado 1 botella de vodka" para olvidarme por esa noche que cometí la burrada más tierna de mi vida. jajajaa