miércoles, 12 de agosto de 2009

EL RETO(3): El Final

Al llegar ese lunes me di con la sorpresa de que lo que me había dicho V no era correcto, la competencia seguía hasta el Viernes(4 días más)…

La última Semana
Estaba allí en la reunión de ese último lunes, todavía desencajado por la mala información que nos había dado el enanito.
Él mismo me pesó, como siempre. “Has bajado 1,4 Kg, te felicito” - me dijo medio cachaciento – y yo le agradecí. Se repetía la escena de la primera reunión sólo que esta vez el que apretaba los dientes era yo.

En esta reunión faltaron bastantes entre ellos el “Pelao” y el “Andrógino”, olvidé mencionar que la asistencia a las reuniones semanales no era obligatoria así que no era raro que alguien faltara de vez en cuando, inclusive el “Andrógino” faltó a varias reuniones.
El “gordito”, que nunca faltaba, siempre se acercaba a conversar y a pedirme consejos. Él no podía creer que yo haya bajado tanto peso sin un gramo de WL, ¿cuánto había logrado bajar? Hasta ese día eran 10.4 kg.
Estaba lejos de mi meta de 13 kg, pero era lo suficiente como para liderar la competencia, quizás hasta para ganarla. Incluso los demás competidores ya me daban por ganador, “la pesada” era la más entusiasta, no sé porque extraña razón me había agarrado cariño.

En el trabajo mis compañeros se preguntaban(¡con energía!) qué me estaba pasando, algunos pensaban que estaba enfermo por lo rápido que había adelgazado, otros pensaban que me iba a divorciar o algo parecido, la cosa era tan tensa que finalmente tuve que contarles(¡con energía!) que estaba participando en el RCP para que se tranquilicen.
Eran dos los temas de conversación recurrentes entre los compañeros: uno era mi pérdida de peso y el otro, el increíble triunfo de nuestro equipo en el campeonato “Verano 2009”, nuestro primer y único triunfo en los diez partidos que jugamos en aquel “olvidable” torneo.

La familia no era ajena a mi situación, también opinaban que ya había bajado lo suficiente. Yo ya sentía una cierta ansiedad por terminar con el bendito concurso, además me preocupaba que al terminar la dieta siga bajando de peso sin control; porque, para serles sincero, el esfuerzo que estaba haciendo no era tanto y sentía que bajaba y bajaba de peso casi sin hacer nada. Así pasó el martes, pasó el miércoles, pasó el jueves y llegó EL VIERNES.

En la puerta del horno…
Era el día, era la hora y era el lugar o, mejor dicho, casi era el lugar. Estaba al frente del Hotel donde se iba a celebrar la Premiación, pero no podía entrar ¿por qué? Retrocedamos un poco, no se desesperen…

Recién el Jueves por la noche me enviaron la dirección del local donde se iba a realizar el “Megaevento” Wonder Life(con todas sus letras), iba a llevarse a cabo en un Hotel en Miraflores, la entrada costaba S/.15 por persona y debía de estar allí antes de las 8:00 p.m., si llegaba después de esa hora quedaba fuera del concurso. Tenía que asegurarme de llegar a tiempo así que no podía darme el lujo de esperar a Gina.
Imaginen lo que es esperar a que elija la blusa que combine con el pantalón, los zapatos que combinen con la correa y el bolso, el tono de sombras que dé con la blusa y a la vez con el pantalón, la correa, los zapatos y el bolso… y los anillos… y el collar… y las pulseras. Ni hablar. Lo mejor era encontrarnos ya dentro del Hotel. De esa manera yo llegaría antes de las 8 y ella 54382107 mil horas después.

Se suponía que saliendo del trabajo iría al Hotel, allí dentro me encontraría con V y su esposa, pero en la tarde V me llamó para avisarme que se iba a demorar en llegar a la Ceremonia. Osea que iba a estar sólo un buen rato.

Eran las siete, salí del trabajo, paré un taxi y me subí.
Llegando al Hotel busqué en mi billetera el dinero para pagar el taxi y, oh maravilla, sólo tenía 10 soles. Le pagué 8 al taxista, luego recordé: en la mañana había dejado mi tarjeta de débito a Gi, para que haga unas compras; en la tarde le había prestado S/.50 a un compañero y ahora quedaban en mis tristes bolsillos: dos soles.
¿De dónde # iba a sacar los 15 soles para pagar la entrada?
Me refugié en una tienda que estaba en la esquina opuesta al Hotel. Me reventaba la cabeza pensando en qué podía hacer. Me quedaban 35 minutos.
Lo primero era llamar a Gina y esperar que milagrosamente pueda elegir su atuendo en menos de 15 minutos y que además consiga un taxi volador que la traiga en menos de 20 minutos, casi nada. Conté por teléfono a Gina lo que pasaba en diez segundos y ella me dio dos noticias: una buena y una mala. La buena era que mi mamá había llegado temprano para quedarse con mis santos niños, así que ella ya estaba en camino. La mala era que el taxi que había tomado no volaba, estaba atorada en un tráfico infernal. Fumé un cigarrillo por primera vez luego de 7 semanas.
Veía como iba llegando la gente al evento, eran fáciles de distinguir, los que no llevaban su famoso pin de “si quiere perder peso, pregúnteme”, tenían una cara de hambre inconfundible que de seguro se parecía mucho a la que yo tenía en ese momento, salvo que la mía ahora también llevaba una carga muy importante de angustia. Quedaban 15 minutos.
Me quemaba el cerebro pensando, cómo era posible que todo el esfuerzo que había hecho hasta ese momento se fuera al tacho de una manera tan tonta. Trataba de consolarme pensando que al menos el Pelao tampoco había llegado, así que yo no iba a ser el único que se perdía el premio por no llegar a tiempo a la ceremonia. En eso pensaba cuando de pronto, por la misma acera donde me encontraba, vi acercarse la figura de una persona conocida. ¿Era o no era? La luz no me permitía distinguir bien. Sí, sí era. El Pelao pasó por mi lado como un fantasma casi irreconocible, la panza chelera que lucía hace siete semanas seguía allí, pero ahora se veía ridícula, fofa. Pasó sin siquiera mirarme como si no me conociera. Se acabó, no me quedaba ni el consuelo de tonto. Quedaban 5 minutos.
Mi desesperación me llevó a pensar seriamente en empezar a pedir dinero a la gente que andaba por la calle. Era eso o simplemente rendirme sin hacer nada. Felizmente Gina llegó.

Al fin Gina: ¡ese es mi pellejo!
Al verla bajar del auto me volví a enamorar de ella. Quería abrazarla, de verdad hubiese querido abrazarla en ese instante, pero el abrazo tendría que esperar, lo de el momento era un beso veloz y a correr. La tomé del brazo y volamos. En quince segundos ya estábamos en el sexto piso del hotel pagando los 30 soles de la entrada.

El comienzo del fin
La sala de recepciones era amplia, y aun así lucía llena. Entre participantes y representantes de WL había más de 100 personas. Cada grupo estaba reunido alrededor de una mesa donde se encontraba sentado el encargado del grupo (Memo era el encargo del mío) con una Laptop donde registraban los datos del grupo, pesos, medidas, etc. Se sentía la tensión en el rumor de la gente, en las risas nerviosas…

Ya estábamos adentro, ahora mi preocupación era otra: el Pelao. Se veía más flaco que mis bolsillos, con la mirada pérdida, callado y distante. Quizás no hablaba por miedo a sufrir un desmayo, no sé. En realidad se le veía muy mal, como nativo desnutrido de Viafra. Fácil si lo juntábamos con otros y otras que andaban por ahí se podía armar un calendario para National Geografic.
También estaban algunos más de mi grupo Memo naturalmente, la pesada y su esposo, el gordito, el andrógino, que también se notaba que había perdido mucho peso, dos o tres más del grupo y el enanito.

Ese enanito traicionero otra vez
Yo era el único que aun no se había pesado. Otra vez el encargado de hacerlo era: el enanito.
Se le veía muy emocionado como esperando algo, algo de mi. Traía un papel en la mano donde, imaginaba yo, estaba anotando los pesos que registraba en la balanza y donde pude ver un número anotado, decía: 70.7. Miré a mi alrededor. El único que podía ser el que había marcado ese peso, imaginaba otra vez, era el pelao.
El lugar donde pesaban a la gente era en otro ambiente a un lado de la sala principal, el enanito tomaba la medida, la anotaba y no se la decía a nadie, salvo a Memo, claro, para darle más emoción al asunto. Me pesó. Su cara me decía todo, tenía una sonrisa que no podía disimular, aunque trataba, “68.3 has subido 300 gramos”, se me heló el cuerpo, aunque esos últimos días me había relajado bastante no creía que pudiera subir.
No había nada que hacer sólo esperar los resultados...

CONTINUARÁ

en la siguiente línea


¿Y ahora?
Desde el momento en que bajé de la balanza había terminado oficialmente mi “Dieta” al regresar a la sala con los demás me sentía un tanto fuera de lugar, no sé si ustedes alguna vez habrán sentido ese vacío luego de lograr algo que supuestamente estaban deseando, algo muy parecido al momento después de tu primera vez, así me sentía. Lo hice. ¿Y ahora?

Los resultados, por fin ¿o no?
Al lado de la mesa ya me esperaban mi hermano y su esposa que acababan de llegar.
Trataba de distraerme conversado con Gina y mi hermano, pero siempre mirando de reojo al Pelao. ¿Habría bajado más que yo? Según mis cálculos si, en lugar de haber subido esos 300 gramos, hubiera perdido al menos 200; el Pelao tendría que haber bajado 5 Kg en 11 días (más de 450 gramos por día) para ganarme, lo cual (antes de verlo) me parecía imposible. Teniendo en cuenta que lo más que había bajado en una semana(7 días) era 2.5 Kg y esto fue en la primera semana, que es la más fácil. Lo del andrógino era más difícil todavía, porque para alcanzarme tendría que haber perdido más de 10 kilos. Pero las cosas no eran así, yo había subido 300 gramos y el Pelao se veía como judío sobreviviente de un campo de exterminio.
Luego de una hora de estar esperando por fin llamaron para dar comienzo a la ceremonia. Gina me apretaba la mano, estaba más nerviosa que yo. Ya habían prendido el proyector. Se podía ver en la pantalla una hojita verde: el símbolo de WL. El maestro de ceremonia era un “hermanón”, recontra pilas y casi gracioso. Se mandó un rollo de 15 minutos sobre las bondades del negocio WL, mientras hablaba, V me miraba como esperando que el floro del hermanón cambie en algo la opinión que yo tenía sobre el negocio WL. La que sí parecía que estaba cayendo en estado hipnótico era Gina.
Luego vinieron los “testimonios” de los que cambiaron su vida gracias a WL, acompañados de aplausos motivadores. La gente en la sala estaba extasiada con las palabras del hermanón el ambiente era propicio para… empezar a vender sus suscripciones.
Finalmente el momento cumbre de la noche: el anuncio de los ganadores.
Eran 16 grupos, cada jefe de grupo iba a anunciar a su ganador y, para mi sorpresa, Memo fue el primero en entregar sus resultados. Se acercó para conectar su Laptop al proyector y Gina, nada curiosa, miró la pantalla un momento antes del anunció. Me bastó con mirar su cara para saberlo. ¡No! exclamó...

¡Gané!, ¿Gané?
“El ganador es: el Pelao con 67.8 kg de peso”. En segundo lugar en la lista aparecía yo y en tercero, por muy poco, estaba el Andrógino.
Gina, V y su esposa estaban sorprendidos, Memo me miraba como compadeciéndome y el enanito sonreía. El Pelao se acercó a recoger su (mi) premio, al mismo tiempo en la pantalla presentaban la foto del Pelao al iniciar la competencia con su barriga chelera firme y desafiante, se escuchaba un tibio aplauso del público.
Sé que debe haber alguna Ley de Murphy que explique lo sucedido, de hecho.
El hermanón le pidió al Pelao que diga algunas palabras al público y él dijo muy elocuente: Gracias. Y se fue
Pero ahí no terminaba todo, había olvidado que todavía faltaba anunciar al ganador del segundo premio. “El segundo premio de 500 soles para el que ha perdido más medidas es para...
– redoble de tambores-
...este pechito.

Tremenda ovación y hablando en público
Apareció mi foto del “antes” en la pantalla con mis rollos sinvergüenzas en el cuello y me paré al lado. La gente en coro exclamó un ¡oh! Y lanzaron una tremenda ovación. Me emocioné. No exagero si les digo que fui, por mucho, el más aplaudido de la noche (si no me creen pregúntenle a Gina).
El “hemanón” dijo: “¡Asu! parece que has venido con tu hinchada”. También me pidió que dé algunas palabras. No recuerdo exactamente lo que dije, pero mencioné que aunque esperaba ganar el primer premio el segundo no me venía nada mal y agradecí a Gina por su paciencia y su apoyo, cursi yo. Estaba tan emocionado que olvidé mencionar que no había utilizado ningún producto WL para bajar de peso, después me lamenté de eso.
Perdí, pero gané.

Otros que ganan ganan, pero no tienen mi verbo florido
Luego siguieron entregando los premios para los ganadores de los demás grupos y a ellos sí les preguntaron cómo habían logrado bajar de peso, en fin.

La frase final y un Pollo a la Brasa... sin papas
Así terminó todo, me despedí de los demás concursantes y antes de irme se me acercó Memo me dijo, entre otras cosas, una frase que me dejó pensando: “necesitamos gente como tú”.
Hasta ahora no entiendo si lo que me dijo Memo era un halago o qué. ¿Gente como yo? ¿Y como para qué?
No sé. Con Gina nos reímos un buen rato inventando teorías sobre lo que quiso decir Memo con la frase.

Saliendo del Hotel nos fuimos a Larcomar a gastar algo del premio en un Pollo a la Brasa…sin papas.

Gracias por la paciencia.